Erasmo Calzadilla
HAVANA TIMES — En octubre de 2014 el periódico oficial Juventud Rebelde publicó un artículo sobre la marcha del mercado agropecuario en Cuba. Su autor, el periodista René Tamayo, se regocijaba por la desaceleración de los precios y vaticinaba un futuro mejor.
Para el cubano típico, trabajador y humilde, alimentarse se ha convertido en un dolor de cabeza. No porque falten los productos; la limitante ahora son los precios, que han subido mucho.
En el periodo 2012-2013 el precio promedio de los productos del agro cubano se elevó un 20 por ciento; duro golpe para la familia. Al año siguiente la subida fue considerablemente menor: 4 por ciento. En ese contexto aparecen los optimistas artículos de Tamayo, asegurando que los precios terminarían por bajar gracias a las medidas implementadas por el zar de las reformas, Marino Murillo. La eliminación de trabas burocráticas, de intermediarios y otras disposiciones permitiría al campesino ganar y producir más, y al comprador acceder a productos más baratos.
Este post tiene el objetivo de averiguar si, al cabo de un año, sus pronósticos van camino a cumplirse. Estos son, resumamos: aumento de la producción agropecuaria hasta satisfacer la demanda; aumento de los salarios y reducción de los precios. Investiguemos uno a uno.
El siguiente gráfico reporta la venta de productos del agro entre enero y junio.*
Según los datos reportados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), en 2015 el número de toneladas vendidas creció de manera significativa (tasa de 9 por ciento). Si el dato es cierto y se debe a un aumento real de la producción, podemos decir que la primera profecía de Tamayo va en camino a ser cumplida.
Pero atención, el tonelaje vendido descendió en los mercados agropecuarios estatales, donde los precios son regulados; y subió mucho más en los mercados “libres”. Lo que estamos presenciando es un corrimiento hacia relaciones capitalistas de producción e intercambio. ¿Ventajoso para el pueblo?
En 2015 no hemos escuchado nada parecido. El ascenso debe seguir, sin prisa pero sin pausa, a razón de medio dólar anual. Cantidad ridícula si la comparamos con el crecimiento acelerado del costo de la vida y la canasta básica.
Para hacernos una idea, Tamayo se alegraba por el atenuado incremento de los precios: “solo” 4 por ciento. Pues bien, desde hace una década el salario medio en Cuba crece menos, a un ritmo de 3 por ciento anual. Por ese camino seremos cada vez más pobres aunque cobremos cada vez más, tal y como predecía Marx en El Capital.
Esperemos a ver qué dice las estadísticas sobre lo sucedido este año. De cualquier modo, es evidente que la profecía “aumento de los salarios hasta volver asequibles los productos del agro” no va camino a ser cumplida. Los periodistas, por ejemplo, que con sus medias verdades sostienen el sistema, llevan años pidiendo un aumento que nunca llega. Si yo fuera Raúl, los priorizaba.
¿Qué ha sucedido con los precios, finalmente?
Los datos son contradictorios. Según cálculos realizados a partir del informe de la ONE, el año pasado pagamos 4.400 pesos por tonelada; pero este año la cifra bajó a 4.160, 240 pesos menos. ¿Será real?
Lo anterior entra en conflicto con otros datos aportados por la propia Oficina Nacional de Estadística y con mi experiencia de comprador habitual.
En el primer gráfico de este post es posible apreciar que en 2015, la venta cayó en los mercados estatales, donde los precios son relativamente bajos -y los productos se pierden o tienen mala calidad- y aumentó mucho en los no-regulados.
¿Cómo es posible que el desplazamiento del mercado topado al “liberado” resulte en una disminución del precio pagado por cada tonelada? Alguien miente aquí. ¿Quién será?
Para salir de dudas vayamos de compras.
Alamar es un barrio de trabajadores humildes, ubicado a unos diez kilómetros del centro; allí vivo. Ayer pasé por el agro de productos “liberados” y compré una col medianita a 15 pesos, una libra de malanga a 6.50, y otra de cebolla a 22. Adquirí esos productos para comparar sus precios a los de hace un año.
A finales de 2014 algunos comentadores le espetaban a Tamayo: “¿De qué desaceleración habla usted, si la col está a 10 pesos, la libra de malanga a 5 y la de cebolla a 18?”. De ahí tomé los siguientes datos**.
Si el periodista volviera sobre el tema, pudiera decir que, tal y como predijo un año atrás, continuó la desaceleración. Eso es técnicamente cierto, pero tiene más pinta de traquimaña matemática que de realidad.
Visto así, da la impresión de que las cosas van mejor, pero no es cierto. Lo que ha ocurrido es un crecimiento lineal; tan lineal como el aumento de los salarios, pero más empinado.
Para concluir, ¿se cumplieron las predicciones de Tamayo respecto al precio de los productos del agro cubano? Dejo a usted la respuesta.
En octubre de 2014 el periodista Tamayo predijo en un medio de prensa de alcance nacional, que el gran dilema de la familia cubana iba camino a resolverse gracias a las medidas tomadas por Murillo. Un año después el panorama luce peor.
La producción agropecuaria ha aumentado, pero la demanda sigue creciendo, incentivada por el turismo y los negocios privados. Las ventas son mayores, pero se concentran en los mercados “liberados”, ya sabemos lo que ello significa. Los salarios han aumentado, pero menos rápido que los precios.
Saque usted sus propias conclusiones.
Nota:
*El volumen de ventas expresado en el gráfico 1 excluye los huevos, los cárnicos y los carretilleros.
** Resumen de datos e ideas dispersos en los comentarios.
*** Para entender la tasa de crecimiento ver Interés Compuesto.
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