Repasando a Leandrito y escuchando sus historias

Erasmo Calzadilla

Adolescentes cubanos.

Cuando el fin de año pasado abandoné mi plaza de profesor de Matemática en el pre de mantilla dejé dicho a los estudiantes que podían contar conmigo para cualquier problema con la asignatura.

Pensé que tal vez algunx vendría pero…  nadie.  Solo mi vecino Leandro ha hecho su aparición a 2 días de la revalorización, para “repasar.”

Lo pongo entre comillas porque uno repasa cuando sabe algo, pero este quinceañero que ya está en 11no grado está perdido en la ciencia de los números.

No los contenidos del pre, los de cuarto grado le son demasiado complejos.  No se sabe los productos (pasa más de 5 minutos averiguando cuánto es 7 X 7), no le hables de multiplicar o sumar fracciones, se confunde todo el tiempo con los signos, elevar un binomio al cuadrado, extraer el factor común o aplicar distributiva son tareas demasiado complejas para él.

Leandrito no es de los más brutos, como su generación ha tenido una historia docente desastrosa.  Arrastra problemas con la Matemática desde que en primaria pasó varios años seguidos sin maestros.  En algún momento pusieron a la auxiliar docente a cubrir pero aún con la mejor de las intenciones lo único que consiguió esta señora fue confundirlos más.  La secundaria agravó estos problemas y el pre ha sido por el estilo.

Unos han acudido a profesores particulares; su humilde familia no puede darse esos lujos.  Además ni él ni sus padres han mostrado demasiado interés por la escuela; no la respetan, no le dan mucho valor.

Leandrito trabaja por las mañanas como estibador en un agro particular, y al regresar de clases atiende a los puerquitos que tiene en un corral.  Él mismo me ha contado que el dinero que ahorra es “pa’ echarse una percha” (comprarse ropa para salir, para poder ir a la fiesta y que no se burlen de él).  No hay lugar para el estudio en semejante “estilo” de vida.

De cómo llegó a 11no grado

La prueba de matemática se filtró como el año anterior.  Su precio era 10 CUC, que es más o menos 2/3 del salario mínimo.  Para comprar el examen lo más lógico sería ponerse de acuerdo y pagarlo el grupo completo, un buchito cada uno, pero no, cada cuál resuelve de manera independiente.

Apremiado por la necesidad Leandro sí se organizó y entre 3 consiguieron la estilla necesaria.  Luego la vendieron a otro de su aula y recuperaron la inversión.

Pero ¡Horror! hubo un “chivatazo” y a última hora cambiaron la prueba.  ¿Resultado? 60 aprobados de los cerca de 300 que tiene 11no grado.  Leandrito partió con la peor de sus caras y su magua (es un corte de pelo que se deja una línea en el centro hasta atrás y lo otro es calvo. al parecer es el pelado de los indios mohicanos de Norteamérica) más erizado que nunca pa’ arriba del proveedor.  Consiguió que le devolvieran el dinero pero otros (sobre todo los de 10mo grado que también tuvieron su historia) perdieron guiro calabaza y miel (no recuperaron el dinero).

No hay más remedio que estudiar

Se apareció en mi casa a dos días de la revalorización y nos pusimos a quemar.  Leandro no es bruto, poniendo interés ha logrado captar al vuelo algunas nociones pero qué va, el contenido es mucho y el tiempo no alcanza.

Para mi sorpresa no hay estrés en el ambiente, en los minutos libres se pone a jugar bolas como si nada.  Yo sé que es bueno cambiar de actividad pero ¡No ha mirado las guías que hacíamos juntos! Para mí que las quiere para después hacer un chivo (crib sheet paper).  Él sabrá.

En un comentario les cuento el fin de esta historia.

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