La perra que tiene en vilo mi humanidad

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Negra es una perra que se ha instalado en los bajos del edificio donde ahora vivo, en Alamar. Se buscó de padrinos a tipos “duros” que la han contagiado de violencia y territorialismo; ahora Negra es una sata presidiaria.

Cuando me enteré, por un colmillazo en la canilla, que no contaba entre sus preferidos, intenté ganar su simpatía y respeto con los métodos de Cesar el encantador de canes, pero la muy hija de perra reaccionó poniéndose aun más agresiva.

Cada vez que entraba o salía del paso de escalera tenía que hacer mil malavares para que no me atacara.

Así estuvo durante meses. Entonces me fui convenciendo de que Negra lo que necesitaba era un buen leñazo.

Leñazo que no le daba por evitar un problema con los padrinos y porque no soporto maltratar a los animales, pero un día mordió por enésima vez al salchicha de la familia y le zumbé una pedrada por el lomo.

¿Mejoró su conducta? Al contrario, ahora sí se puso rabiosa, y yo a la par de ella. Desde entonces se ha desatado entre nosotros una guerrita sin cuartel a base de mordidas patadas y pedradas.

Ya no me importan los padrinos, y en los momentos más candentes he deseado que salte alguno en su defensa; gracias a dios no ha sucedido.

Por supuesto que no estoy nada contento con la historia; más bien avergonzado y decepcionado de mí.

Me suponía un tipo inteligente y civilizado pero ahora no estoy tan seguro. Las capitas de civilización que me envolvían calleron como hojas secas ante el asedio de una sata de medio metro.

Dice Silvio Rodríguez, y yo estoy de acuerdo, que solo el amor engendra la maravilla, pero me gustaría verlo en mi lugar; o a Gandhi practicando la resistencia pacífica mientras le roen la canilla; o a Jesús Cristo luchando con los demonio de Negra sin los poderes que el Señor le concedió.

Es más, no quiero consejos ni que nadie se meta, esto es un problema entre perros/as.