El mural de mi CDR

Erasmo Calzadilla

Ellos han elaborado un grupo de coloridos posters para que sean pegados en el mural de cada CDR a lo largo del país.

Todos, todos, todos todos los días cuando salgo o entro de mi casa me topo con el mural de mi CDR. Fundados, como el Copelia, las escuelas, los Hospitales y en fin como casi todas las cosas buenas y casi todos los disparates, por una iniciativa de Fidel, los CDR son una organización “de masas,” cuya función principal es, tal y como su nombre lo indica, defender la revolución.

En el tiempo de antes en que no teníamos tanto “desarrollo” pero sí más embullo no era raro que los vecinos llenaran el mural de los CDR con iniciativas personales: frases revolucionarias sacadas de algún libro o de propia inspiración, caricaturas de los yanquis hechas a mano, fotos de mártires recortadas de alguna revista, dibujos premiados de algún concurso local para niños celebrando fechas históricas etc.

Aunque los problemas concretos de los vecinos nunca iban a parar de manera directa a dicho mural, existía, opino, una mejor relación entre lo abstracto y lo concreto, entre los héroes y el gran lider por una parte, y las personas reales de carne y hueso por la otra.

Pero la armonía de los 80 entre la directiva nacional y lo local se fue extinguiendo durante el periodo especial. Mientras que la presidencia de dicha organización a nivel de barrio iba cayendo en manos de personas interesadas en encubrir actividades ilegales (es decir penalizadas pero generalmente aceptadas por la comunidad), la directiva nacional se mostraba en cambio más abstracta y oficialista que nunca, o como a ellos les gusta recalcar: “en línea con Fidel.”

Allí se nos avisa cuáles deben ser nuestras tareas como cederistas.

Hoy parece que la oficina central de los CDR tiene al mismo tiempo más recursos y más deseos que nunca de que la gente esté tranquilita y no ande inventando tanto. Ellos han elaborado un grupo de coloridos posters para que sean pegados en el mural de cada CDR a lo largo del país.

Allí se nos avisa cuáles deben ser nuestras tareas como cederistas, se nos recuerda el concepto de revolución (con una gran foto de su inventor) y se nos advierte explícitamente cuáles son las actividades políticas en que debemos participar: solo las ORIENTADAS CON CALIDAD. O para decirlo sin tanto disimulo, solo las orientadas desde arriba.

Cincuenta años después todavía se nos inculcan valores, se nos orientan las actividades políticas y las iniciativas particulares están casi todas bajo sospecha.

Por eso cada día cuando salgo de casa y me topo con este mural me da por pensar que van a pasar y a pasar los años, van a pasar por arriba de mí y todo va a seguir en las mismas… entonces, si nadie me está mirando, le arranco una esquinita.

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