Cuba trapiche sexual

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — En un post anterior expuse mi idea de que el sexo, fuente riquísima de placer y felicidad, se ha trastocado en manantial de angustia e infelicidad.

Desde mi punto de vista existe una causa principal para semejante malestar: son las operaciones que viene realizando LA MAQUINARIA para extraer del sexo el mayor jugo posible.

Una de esas operaciones consiste en desarrollar, con ayuda de la ciencia, técnicas de seducción cada vez más efectivas; técnicas que ponen a millón el cerebro del “consumidor”, al mismo tiempo que encarecen el “producto”. ¿Cómo no se iban a disparar los niveles de frustración?

En Cuba

No hay que retrotraerse a los tiempos en que la iglesia imperaba, también en la Cuba del siglo XXI, país caribeño, tropical, con fama de caliente, abunda la infelicidad sexual*.

Cierto es que el impuesto bioenergético no se paga en la misma moneda que antes (bodas por la iglesia, cortejos de larga duración) ni con el mismo rigor, pero se paga. El Capital y el Patriarcado se disputan hoy su cobro.

El Capital y el Patriarcado son estructuras de poder que señorean el clima sociocultural cubano. Ellos aprovechan su hegemonía para censurar y proscribir cualquier intento de emancipación sexual, pues obviamente les encantaría seguir cobrando el tributo per secula seculorum.

El resultado es un ambiente enrarecido. Das una patada a una piedra y salta el conservadurismo, el machismo, los valores de la sagrada familia, el sexo reducido a contacto entre genitales o a ejercicio físico, el fetichismo de la carne joven, cuando no el interés o la prostitución abierta.

No parece un escenario propicio para la exploración de otras maneras de vivir la experiencia sexual. Después de múltiples fracasos los valientes se cansan y encierran a autoexplorarse y autosatisfacerse.

Al Galileo sexual de estos tiempos (que en vez de telescopio usa un teléfono móvil) no le interesa la luna sino sus propios lunares.

Incluso yo, un libertador en potencia, ando acurrucado en un tibio nidito de amor y sexo del que me cuesta salir. Y sacio mi sed de aventura a golpe de literatura.

Seguiré con el tema así que por favor espéreme, no se venga todavía.
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*No es un dato científico, solo una intuición que confirmé preguntándole a amigos y conocidos.