Nuevo año con un mundo más inseguro y desigual

Por Elio Delgado Legón

Médicos cubanos en Peru. Foto: granma.cu

HAVANA TIMES – Cuando comienza un nuevo año, las personas de bien desean para sí mismas y para los demás, que haya paz, salud y progreso en el nuevo calendario, y que todo mejore. Inexplicablemente, hay quienes solo piensan egoístamente y no les importa el sufrimiento de los demás.

Con las noticias del recién llegado 2018 hemos recibido una enorme variedad de situaciones, desde los buenos deseos del papa Francisco para todos los seres humanos, hasta la catástrofe humanitaria que vive el pueblo yemenita, sin que al parecer eso les importe mucho a los políticos ricos y poderosos.

Comenzando por América Latina, que es nuestra región, resulta preocupante el panorama social que refleja el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En primer lugar, expresa que los niveles de pobreza y de indigencia aumentaron, después de más de una década de reducción en la mayoría de los países.

Refleja el informe que de 168 millones de personas en situación de pobreza en el año 2014 se pasó a 186 millones en 2016, mientras la pobreza extrema en el mismo período pasó de 48 millones a 61. Son cifras alarmantes que están relacionadas con los cambios políticos, al pasar en algunas naciones de gobiernos de izquierda, preocupados por el bienestar de sus semejantes, a gobiernos neoliberales a los que poco les importa el sufrimiento de sus pueblos y se dedican a endeudar a sus países para aumentar sus fortunas personales y las de sus amigos capitalistas. Esos son los que reciben la aprobación de Washington.

América Latina ha sido calificada como la región más desigual del planeta, pues junto a grandes acumulaciones de capital existen enormes concentraciones de pobreza y pobreza extrema, con todo lo que estas dos categorías encierran en materia de sufrimiento humano; pero eso a los capitalistas no les importa.

En otras partes del mundo, como África, Asia y Medio Oriente, millones de personas mueren de hambre y de enfermedades prevenibles y curables, sin que se tomen medidas efectivas de ayuda. Las agencias de la ONU hacen lo posible por ayudar, pero los fondos disponibles no alcanzan y mientras tanto estados ricos como Estados Unidos recortan su contribución sin importarles cuánto sufrimiento puede generar esa medida.

Mientras Estados Unidos disminuye los fondos para entorpecer el trabajo humanitario de la ONU, por otro lado aumenta enormemente su presupuesto militar para mantener ese enorme aparato bélico en todo el mundo, creando más crisis humanitarias, como ha sucedido en Siria, en Libia, en Irak, en Afganistán y pretenden acabar con Palestina, para lo cual destinan cada año enormes sumas de ayuda militar a Israel, el mayor violador de los derechos humanos en la región.

En Yemen, la ONU ha declarado catástrofe humanitaria, y las imágenes que se pueden ver a través de la televisión son escalofriantes, pero los ricos vuelven la cara para no darse por enterados.

Con solo una pequeña parte de lo que se gasta en el mundo en armamento para matar, se podrían salvar millones de vidas y contribuir al desarrollo de muchos países que hoy se debaten entre la pobreza extrema, el hambre crónica, la insalubridad y un creciente subdesarrollo. Incluso se podría resolver el problema de los millones de personas que en el país más rico del mundo carecen de hogar y de asistencia médica.

Contrasta con toda esa situación la actitud del Gobierno y pueblo cubanos, que a pesar de ser un país pobre y sufriendo un férreo bloqueo, ha brindado su ayuda a más de 160 países, con la participación de más de 370 mil profesionales de la Salud, que han salvado miles de vidas y mejorado la atención médica en la mayoría de esos países, sin costo alguno para los pacientes. Además se les ha devuelto la visión o se ha impedido que queden ciegas, a más de dos millones de personas en América Latina, el Caribe y África, mediante la Operación Milagro.

Podemos agregar a esa colaboración la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina, que hasta la fecha ha graduado a más de 28 mil médicos de 103 países, incluidos 170 de Estados Unidos, donde los pobres no pueden estudiar Medicina por el costo de la carrera.

Son solo pequeñas diferencias entre naciones capitalistas desarrolladas y ricas y una pequeña isla, repito, pobre y bloqueada, pero con una moral muy alta y un pueblo solidario y altruista que sí se estremece cuando ve las imágenes de los niños muriendo de hambre, o lo que es peor, por las bombas lanzadas por aviones de Estados Unidos, o de Israel, o de algún otro amigo del imperio, en guerras sin sentido, que hacen al mundo un lugar cada vez más inseguro y más desigual.

 

 

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