Masacres durante la dictadura de Batista

Elio Delgado Legón

Cuba bajo Batista. foto: arqueohistoriacritica.blogspot.com

HAVANA TIMES — Desde el 10 de marzo de 1952 hasta el 31 de diciembre de 1958, período que duró la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba, hubo más de 20 mil muertos. La mayoría fueron asesinados por la Policía o la Guardia Rural, generalmente después de haber sido torturados de las formas más horribles que pueda imaginar un ser humano.

En muchos casos, los asesinatos adquirieron categoría de masacres, porque no se trataba de una sola persona, sino de varias al mismo tiempo, después de ser apresadas en redadas nocturnas.

El primer hecho de ese tipo que me viene a la memoria ocurrió durante las festividades de Navidad en la antigua provincia de Oriente, cuando en una orgía de sangre fueron asesinados del 23 al 26 de diciembre de 1956, 23 jóvenes revolucionarios, que fueron sacados de sus casas, torturados y luego asesinados y tirados en carreteras, en el campo, debajo de un puente, colgados de un árbol… en lo que la dictadura denominó cínicamente Operación Regalo de Navidad y que el pueblo nombró las Pascuas Sangrientas.

El 23 de noviembre de 1957, el coronel Fermín Cowley Gallegos, autor de las Pascuas Sangrientas y del asesinato en masa de los expedicionarios del yate Corynthia, pagó sus crímenes al ser ajusticiado en la ciudad de Holguín por miembros del Movimiento Revolucionario 26 de Julio.

La  muerte del sicario conmovió al régimen, y a las pocas horas, decenas de soldados en tanques y camiones detuvieron a cientos de ciudadanos para “interrogarlos” mediante las más crueles torturas. Los criminales tomaron venganza, y en una nueva orgía de sangre asesinaron, el 9 de diciembre, a seis jóvenes revolucionarios miembros del Movimiento 26 de julio.

Otra de las masacres, que al recordarla, al cabo de casi 60 años, produce repulsión e indignación, es la que se conoce como la masacre de Cabañas, ocurrida en el poblado de ese nombre en la provincia de Pinar del Río.

Todo comenzó como venganza por una acción guerrillera ocurrida en las cercanías el 16 de noviembre de 1958. Un artículo publicado recientemente por la Agencia Cubana de Noticias describe los hechos de la siguiente forma:

“Los primeros asesinados fueron los jóvenes campesinos Bernardino y José Isabel Miranda, dos hermanos vecinos de San Claudio, quienes resultaron sospechosos a los sicarios por el único hecho de pasar muy temprano en la  mañana por el lugar donde se produjo el ataque, en dirección a las labranzas del campo.

“Ese mismo día en la noche  fueron sacados de su casa, golpeados brutalmente y luego ahorcados en la cuneta de la carretera, donde los dejaron colgados como escarmiento y aviso de lo que ocurriría en jornadas sucesivas.

“Al iniciar la tarde del 18, otro joven, Gonzalo Rivero, quien era retrasado mental, pagó por su curiosidad: un pelotón de “casquitos” que descendía de un camión, le entró a trompones y a
culetazos, luego lo llevaron en dirección a las montañas donde resultó ultimado, junto a Octavio Campos, Regino Ramos y José Benito Díaz, quienes salieron en defensa del limitado mental.

“A finales de la mañana del 19 de noviembre, un jeep cargado de soldados fue de casa en casa y por los centros de trabajo, en busca de supuestos colaboradores de las guerrillas y enemigos del régimen; los llevaron hasta el cuartel de la Guardia Rural, los despojaron de sus pertenencias y los sometieron a una golpiza que duró casi 12 horas, para luego asesinarlos y enterrarlos en la finca Guasimal.

“De manera despiadada, los esbirros mataron en la madrugada del 20 de noviembre de 1958 a Domingo Álvarez, Modesto Trujillo, Francisco Rodríguez, Isidoro Roque, Roberto Nodarse y Marcos Antonio Lafá, así como a otros dos detenidos que no eran de Cabañas, pero que se encontraban presos en el cuartel y tuvieron que pagar la misma suerte.

“Cuenta la trágica historia que a Marcos Antonio Lafá lo despojaron de sus zapatos y lo hicieron caminar descalzo sobre piedras y espinas, y que ya con los pies destrozados, y consciente de que su destino final era la muerte, se negó a continuar caminando y pidió que lo asesinaran allí mismo.

“Francisco Rodríguez era un valiente miembro del Movimiento 26 de Julio, eso lo sabían los soldados, quienes también conocían de su probada hombría, por eso, al darse cuenta que no iba a delatar a sus compañeros, pese a las horribles torturas, lo castraron y luego- para “diversión” de los verdugos allí presentes- le amarraron sus genitales al cuello, poco antes de ahorcarlo como a los demás.

“La pesadilla iniciada en Cabañas el 17 de noviembre del 58 y extendida hasta el 31 de diciembre del propio año, solo concluiría con la llegada de la Revolución el primero de enero de 1959.”

Esa es la historia que nunca debemos olvidar.

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