La sociedad civil cubana en Panamá

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES — Realmente no tenía intención de escribir sobre este tema, pues esperaba encontrar en este sitio algún trabajo que lo tratara con alguna objetividad; pero al leer lo que se ha publicado, que prefiero no calificarlo para no ofender a nadie, he sentido la necesidad de escribir, pues me resulta imposible permanecer callado ante tanta insensatez, aunque no creo que este sea el calificativo adecuado.

En primer lugar, no creo que a ningún cerebro medianamente normal se le pueda ocurrir negar la legitimidad como representantes de la sociedad civil cubana, por ejemplo, a la organización que agrupa a todos los ciudadanos mayores de 14 años, barrio por barrio y cuadra por cuadra. Me refiero a los Comités de Defensa de la Revolución. Sólo no pertenecen a esta organización los que no son revolucionarios, que son una exigua minoría.

Tampoco puede ser cuestionable como representante de la sociedad civil la Federación de Mujeres Cubanas, que agrupa a todas las mujeres mayores de 16 años, también con la excepción de las no revolucionarias. Se argumenta que son organizaciones que defienden a la Revolución; pero es que la sociedad civil cubana, en su inmensa mayoría, defiende a la Revolución.

Lo mismo sucede con las organizaciones que agrupan a los intelectuales y artistas, a los periodistas, a los arquitectos e ingenieros, a los abogados, a los campesinos, que trabajan la tierra de su propiedad; a los cientos de miles de estudiantes de las enseñanzas media y superior; a los trabajadores, representados por la Central de Trabajadores de Cuba. En fin, un alto número de organizaciones que representan a todas las actividades posibles de una sociedad civil.

Se esgrime que algunas de esas organizaciones, como los Comités de Defensa de la Revolución, fueron creadas por indicación del Comandante en Jefe Fidel Castro; sin embargo, esta es una organización que nació durante una gran concentración masiva, durante la cual se escucharon detonaciones de bombas puestas por la contrarrevolución, y Fidel lanzó la idea, que fue aprobada de inmediato por el pueblo allí reunido y que a partir de ese día se dio a la tarea de organizarse para defender a la Revolución de las agresiones, cuadra por cuadra y barrio por barrio.

Los que no pueden representar jamás a la sociedad civil son los mercenarios pagados por el gobierno de Estados Unidos para intentar organizar una oposición inexistente en Cuba. Y no le cabe otro calificativo a quien, por sus actividades contra la Revolución, reciben un pago de una potencia extranjera, cuyo objetivo declarado es cambiar el régimen político existente en Cuba por la voluntad de la abrumadora mayoría del pueblo. Mucho menos puede representar a la sociedad civil, quien comparte con los más criminales terroristas radicados en Miami.

Se ha criticado a los representantes cubanos porque se negaron a permanecer en el mismo local donde estaban esos mercenarios y los socios de los terroristas; pero la actitud de la delegación cubana fue coherente en todo momento. La dignidad de un revolucionario no le permite compartir un espacio como ese con personajes de esa calaña, pues ello significaba legitimar su participación, y ninguno de esos personajes era un legítimo representante de la sociedad civil cubana. La sociedad civil cubana en Panamá estuvo ampliamente representada, pero no por terroristas, mercenarios ni apátridas, sino por revolucionarios.

 

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