La paz mundial está en peligro

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES — Durante las últimas décadas, todos los hombres de buena voluntad en el mundo (científicos, políticos honestos, intelectuales, artistas, deportistas) han estado preocupados por el cambio climático y las consecuencias que puede tener para toda la humanidad, si no se toma conciencia de la gravedad del asunto y se adoptan, con carácter urgente, las medidas que proponen los científicos para reducir la emisión de gases que contribuyen al calentamiento global.

Pero mientras las personas inteligentes y honestas se preocupan por la suerte de toda la humanidad, otros, en los que prima el egoísmo y la necedad de querer gobernar el mundo, nos están llevando a pasos acelerados hacia el borde del precipicio de una nueva guerra mundial, que puede tener consecuencias catastróficas para toda la humanidad.

No es necesario explicar cuáles serían las consecuencias de una guerra nuclear, pues sobre el tema ya se ha escrito bastante. Sólo basta con decir que si ello llega a ocurrir, sólo las cucarachas quedarían con vida en nuestro bello planeta azul.

A veces, cuando leo las noticias de lo que está ocurriendo en el mundo, tengo la sensación de que vivimos en la época de la barbarie, cuando los más fuertes y mejor armados se lanzaban a conquistar territorios y someter a sus pueblos a la esclavitud.

Pero hoy los tiempos han cambiado y el desarrollo alcanzado en la fabricación de artefactos para matar, hace más peligrosas las actitudes guerreristas y los intentos de gobernar al mundo.

Luchar contra el terrorismo en todas sus formas y dondequiera que exista, debe ser un objetivo prioritario de todos los gobiernos y pueblos del mundo, pero utilizar esa necesidad como pretexto para invadir países y cambiar gobiernos es deshonesto y además peligroso.

Deshonesto y peligroso resulta también alentar y financiar conflictos internos en algunos países para desestabilizarlos y promover un cambio de gobierno. Generalmente, cuando esto ocurre, acusan al gobierno de cualquier cosa para imponerle sanciones y hacerle su tarea más difícil. Ejemplos hay bastantes en los últimos años, pero sólo me referiré a algunos de los más notorios.

Irak y Afganistán fueron invadidos con distintos pretextos. El resultado de esas guerras fue la muerte en combate de más de cuatro mil jóvenes norteamericanos y aún no se sabe cuántos miles más se han suicidado como consecuencia del estrés post traumático y cuántos quedaron mutilados o desestabilizados mentalmente para el resto de sus vidas. Tampoco se ha podido contabilizar la cantidad de civiles muertos en esas guerras, como resultado de los bombardeos y los asaltos a zonas densamente pobladas. La situación que quedó en esos países después de la guerra es de total caos y violencia incontrolables.

Libia era el país africano de mayor desarrollo social y, a pesar de la estructura tribal de su pueblo, gozaba de estabilidad política; sin embargo, desde el exterior se organizaron grupos armados contra el gobierno y luego se acusó falsamente a Muammar el Kadafi de reprimir a su pueblo y con la intervención de la OTAN, éste fue derrocado y finalmente asesinado. Hoy el país sigue sumido en el caos.

El mismo guión de Libia se ha aplicado a Siria y, aunque esta vez no ha podido intervenir la OTAN, el país sigue envuelto en una guerra contra fuerzas mercenarias que han ocasionado miles de muertos entre la población civil.

La situación en Ucrania comenzó con las mismas características: grupos orientados desde el exterior comenzaron protestas por la negativa del presidente a establecer alianza con la Unión Europea, lo que aprovecharon grupos neofascistas armados que crearon el caos en el país y derrocaron al gobierno de Víktor Yanukovich, pero aún no han podido controlar la totalidad del territorio y se mantiene una guerra en la que los más afectados son los civiles de Lugansk y Doniesk, que se han declarado independientes.

Como estaba planeado, la crisis ucraniana ha sido aprovechada para culpar a Rusia, que es la menos culpable, y dictar sanciones contra el Kremlin, creando una situación explosiva.

Mientras los científicos y los hombres más ilustres del mundo están preocupados por la posible desaparición de la especie humana si no se toman las medidas pertinentes con urgencia, los señores de la guerra sólo piensan en conquistas y en la forma en que podrán dominar al mundo.

Toda esta situación presagia un resurgimiento de la guerra fría, la intensificación de la carrera armamentista y un alerta de que la paz mundial está en peligro.