Panamá y yo, 22 años después

Dmitri Prieto

Manuel Noriega. Foto: wikipedia.org

HAVANA TIMES, 2 ene — En diciembre de 1989 (¡hace ya 22 años!), EE.UU. atacó militarmente a Panamá. El propósito de la “misión” era la captura de Manuel Noriega, general panameño involucrado en grandes negocios de drogas.

Pero fue el mismo hombre que se había construido una imagen de líder político popular y militar, y de garante de la pronta ejecución de los tratados por los cuales EE.UU. traspasarían el Canal transoceánico al estado panameño.

Recuerdo muy bien que a lo largo de 1989 el camarógrafo Antonio Gómez y el reportero Nelson Notario Castro, de la TV cubana, todos los días reportaban sobre cómo el pueblo istmeño se preparaba para resistir la esperada agresión yanqui.

Formaron milicias y hasta una especie de Comités de Defensa de la Revolución. Mientras, Noriega iba desmontando la institucionalidad democrática-burguesa para crear un estado centralizado con un régimen basado en su liderazgo carismático.

No cabe duda de que muchos cubanos simpatizaban con Noriega a partir de esas informaciones. Sin embargo, resulta que ya se sabía que Noriega había sido agente de la CIA. Y los EE.UU. insistían en sus vínculos con las drogas y la corrupción.

 

Cuando se produjo la invasión, yo cursaba el primer año de Bioquímica en la Universidad de La Habana. Se suspendieron las clases, y fuimos en masa a protestar frente a la SINA. La gente gritaba consignas improvisadas, entre las cuales apareció “Noriega, seguro, a los yanquis dale duro”…

Detestaba y aún detesto las invasiones militares, pero ya tenía razones suficientes para dudar del tal Noriega.

El 1989 fue un año de grandes cambios: el caso Ochoa-La Guardia en Cuba, la represión en la plaza Tiananmen, pero sobre todo las transformaciones en Europa Oriental.

En el propio diciembre cayó uno de los últimos reductos “socialistas”: el régimen totalitario de Ceausescu en Rumanía.

Contra ese panorama veíamos lo de Panamá. Y aunque gritábamos con mucha sinceridad consignas contra los invasores (y sigo pensando que invadir un país no es el mejor modo de “arreglar” su destino, como probó de sobras la propia Europa Oriental), muchos dudábamos del general Noriega.

Efectivamente, al cabo de unos días Noriega se entregó a los militares invasores. Después vino un juicio –extraterritorial, como le gusta al régimen yanqui- y el general fue preso.

Todo fue algo así como un gran show que costó la vida a miles de personas. El gobierno “popular” de Noriega, como todo su patriotismo, no fue más que una farsa.

Quizás para muchos en Cuba fue claro desde el principio qué tipo de ser humano es Noriega. No sé entonces por qué rayos le dieron propaganda como supuesto “revolucionario.”

La experiencia de Panamá reforzó en mí y en mis coetáneos la idea de que revolución no podía ser “eso”…

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