Libertad de elegir (III y final)

Dmitri Prieto

foto: Kate Forrester

Si revisamos el caso de las escuelas cubanas, la mayoría de las veces en la educación primaria y secundaria se trata del mismo programa estándar…

En pre, la mayoría de los estudiantes durante los años anteriores tenían que estudiar internados en las “escuelas en el campo,” pero hoy ya se tomó la decisión de mover esa enseñanza más cerca de la familia. Se puede escoger, según las capacidades de cada cual, entre preuniversitarios “convencionales” y vocacionales pedagógicos o en ciencias exactas, o bien la enseñanza tecnológica.

En el caso de los servicios bancarios, casi no hay opciones.  Cada cheque, por ejemplo, en la mayoría de los casos debe ser canjeado en la misma sucursal que lo emitió.  Al menos, esa ha sido mi experiencia como las tremendas colas.

Eso, tomando en cuenta que hubo un tiempo en que la red postal desempeñaba determinadas funciones de la banca, pero ya no es así.  Lo óptimo podría ser eliminar el aparente monopolio también en esa esfera, y posibilitar que los clientes (instituciones y población) escojan con qué banco prefieren contar.

Hay que decir que en varias materias, en años recientes aumentaron las posibilidades de elegir.  Así, la TV (toda ella de propiedad estatal) tiene más canales, incluido uno (Multivisión) desprovisto de propaganda política, y varios territoriales (provinciales y municipales) que tratan de servir a sus ámbitos específicos.

Los recientes experimentos con el arriendo en barberías y peluquerías crearon una gama diversificada de servicios.  En materia de taxis y de transportes turísticos, en cambio, Cuba ha tenido una experiencia de eliminación de las diferentes compañías (estatales todos) y posterior restablecimiento del monopolio  Por ejemplo, todos los taxis estatales hoy pertenecen a una misma empresa; hace solo unos años no era así, y existían ofertas diferenciadas.  Hoy funciona “el que te toca.”

El tema de los teléfonos celulares, donde igualmente una sola empresa domina la totalidad del mercado, hace recordar la experiencia del bajón de precios de ese servicio en otros países, donde la oferta es diversa.

Nos trae a la mente el “glorioso pasado del liberalismo en el siglo XX,” con el milagro alemán del ministro Erhard, en los ´50.  Pero Cuba no es Alemania.  Necesitamos recuperar capital en un país descapitalizado, no es el caso germano de la posguerra cuando las fábricas estaban destruidas pero quienes las sabían reparar y poner a funcionar estaban ahí.

Los liberales siempre repiten que la competencia conduce al desarrollo.  Mientras algunas de sus experiencias más funestas de los ´90, como las telefónicas privatizadas en Argentina, reforzaron la ineficiencia monopolista creando una empresa en cada territorio.  No hubo libertad de elegir; fue solo privatizar la renta. No olvidemos que el capitalismo siempre funciona con monopolio: el monopolio de la propiedad en manos de la clase capitalista.

No estoy por la hipercompetencia que nos vende el actual discurso yuppie, pero tampoco me gustan los monopolios…

En el caso del software —producto por excelencia del siglo XXI— uno de los productos que compiten más fuertemente con el imperio Microsoft es el sistema Linux, producto del trabajo voluntario de miles de personas alrededor del planeta.  Y no opera bajo conceptos liberales.

El mercado es sin dudas uno de los grandes inventos del ser humano, y coincido con el pragmatismo de quienes consideran que nos acompañará para largo… Pero debemos ir buscando variantes.  Aun tomando en cuenta ideas siempre controversiales, como las del Che, creo que la praxis demuestra que la tanto el totalitarismo de Estado como el de mercado conducen al desastre.

Lo que más me preocupa del caso cubano es que la tendencia recientemente revelada parece ser favorecer la (micro)empresa privada y no que los colectivos de trabajadores se autoorganicen.

Aun cuando se pueda aceptar una suerte de “economía mixta” (término que ciertamente define muy poco, pues no nos dice nada de las proporciones en la “mixtura”), en el caso de autorizar la pequeña empresa privada con trabajo asalariado una postura integralmente socialista sería propiciar también que los ciudadanos que deseen crear empresas solidarias sin relaciones salariales pudieran igualmente hacerlo.

En China, la burocracia para salvarse a sí misma tuvo que volver a crear una burguesía, clase que no existía.

En la Inglaterra del XIX, los obreros que bajo los principios Rochdale crearon las primeras cooperativas,

Link à http://en.wikipedia.org/wiki/Rochdale_Principles

tuvieron que adaptarse a las formas capitalistas pues no había leyes específicas para esas empresas.  Pero su esfuerzo inicial conducía a un tipo de producción diferente, que con el tiempo se reforzó con un marco legal, porque los propios cooperativistas presionaron para ello.

La libertad de elegir que más nos falta es entre el asalariamiento y la economía solidaria.  Yo preferiría escoger la solidaridad, no ser asalariado de nadie, y tener la oportunidad de trabajar en una microempresa cooperativa con gentes que piensan igual que yo.  Aunque fuera un riesgo.

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