El Papa Francisco y la revista cubana Espacio Laical (*)

Dmitri Prieto

HAVANA TIMES — “Se acabó el carnaval”, fue la réplica del nuevo Papa que marcó su primera aparición pública como Obispo de Roma recién electo. Con ella, el flamante Francisco se negaba a cumplir con el complicado ritual de ponerse los atuendos protocolares usados por anteriores Pontífices en sus respectivos momentos de presentación a la Ciudad Eterna.

El Papa ha dado señales de abierto cuestionamiento a una anquilosada estructura diseñada jerárquicamente, y reivindicó los modos evangélicos de humildad y horizontalidad: pago de lo debido por permanecer en su hotel, un papamóvil sin vidrios blindados, y el lavado de pies a un grupo de presos en una de las cárceles juveniles de la actual Roma.

Ojo: por el momento son sólo señales, y los comentaristas sabedores nos advierten de que es poco probable que el nuevo sucesor del Apóstol Pedro se meta con posturas tradicionalistas de la Iglesia Católica-Romana respecto a cuestiones sociales ya marcadas por el tragismo y la desesperación, tales como el aborto, los derechos de las personas LGBTI o el uso de anticonceptivos.

Pero sí ha quedado claro un certero mensaje cuestionador a lo que tradicionalmente se entiende por establishment, autoritarismo y jerarquía (en sentido amplio, no sólo clerical: como sistema de ordeno-y-mando que por primera vez surgió en el antiguo Egipto, el mismo país de donde partió el Éxodo liderado por Moisés). Todavía sólo un mensaje; no conocemos qué acciones vendrán ni cuán consistentes éstas podrán ser en el contexto actual de la Iglesia y del mundo.

Casi simultáneamente con la investidura de Francisco, la revista cubana Espacio Laical adscrita a un centro cultural del habanero Arzobispado Católico-Romano publicó un interesante documento firmado por el Laboratorio Casa Cuba.

El nuevo documento no es un mero “refrescador de pantalla”; es un conjunto de propuestas bien serias para debatir el futuro de la sociedad cubana, en las cuales un ojo crítico detectará irremediablemente ideas de re-estructuración republicana basada en un diseño no-autoritario, con la autoridad fluyendo desde abajo, desde los grassroots (o “bases”, en castellano), por vías de subsidiaridad y “apoyo mutuo”.

Interesante coincidencia o sintonía con las señales que desde el Vaticano manda el nuevo Papa. Obviamente, no pretendo asignarles una capacidad “oracular” a la gente del Laboratorio: mientras se elaboraba el documento, nadie sabía a quién elegiría el Cónclave cardenalicio.

En una nota posterior, el Laboratorio declaró que “no es un proyecto católico”, sino más bien ecuménico, en el sentido más amplio de la palabra. No es un “órgano de la Iglesia” – pero recordemos que Ekklesía no significaba otra cosa que el nombre de la asamblea soberana del pueblo de Atenas…

El mismo ecumenismo “ampliado” del que se habló en la reciente ceremonia de Vía Crucis, presidida por Francisco.

La revista Espacio Laical durante los últimos años ha sido un medio para la apertura de Cuba al mundo y del mundo a Cuba (expreso deseo del Papa antepasado).

Sus editores –Roberto Veiga y Lenier González- han tenido que “jamar cable” (trabajar duro, en léxico popular cubano), pero lograron junto con mucha otra gente gestar un vehículo inédito de intercambio intelectual y espiritual entre personas de muy diversas ideologías.

Es un verdadero “hecho social total” (no equivocarse: “total” no como en Mussolini, sino como en Marcel Mauss), ajeno a todo fundamentalismo o seguimiento incondicional a doctrinas de autoridad… un medio que no puede ser considerado como “cambio en sí”, pero que para muchos comentaristas bien capacitados es actualmente la mejor revista de debate que se edita en el país.

Una revista que muy respetuosamente confronta las estructuras tradicionales (la institucionalidad que como sistema de ordeno-y-mando por primera vez surgió en el antiguo Egipto y no rige sólo en el ámbito eclesial), y propicia la polémica sana sobre el presente y el futuro de nuestro país.

Una revista que demuestra que la controversia no es mala, mientras se reverencia la dignidad.

Una revista que para Cuba ya hoy representa una apertura de algún modo análoga a la que en la Iglesia Católica-Romana universal sus creyentes esperan que ocurra bajo el pontificado del jesuita Francisco.

Tanto Cuba como la Iglesia universal necesitan cambios. Cambios para bien.

La esperanza sola no genera el cambio: hay que tomar acción. Pero la esperanza es un poderoso catalizador para quienes podemos ser los artífices de tales cambios.

De todos nosotros depende que meras señales se conviertan en realidades.

El nuevo Papa sólo comienza su pontificado, y con él ya tendremos oportunidades de chequear la coherencia entre sus señales y sus acciones.

La revista cubana Espacio Laical –pienso que en perfecta sintonía con las señales de Francisco- ya ha trascendido como una realidad activa y protagónica de Cuba de estos tiempos.

Sus principales artífices –Roberto y Lenier- lo son también de la apertura de nuevos tiempos de diálogo, en los que soplan los vientos de cambios. Démosles la bienvenida a las nuevas señales, e insistamos siempre: son cambios que necesitamos para bien.
—–
* Quien escribe estas líneas es un cristiano Ortodoxo Oriental; no estoy en comunión eclesial con el Papa de Roma, pero sigo con interés lo que sucede entre nuestros hermanos occidentales.

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