¿El 26 es el día más alegre de la Historia?

Dmitri Prieto

HAVANA TIMES — “El 26 es el día más alegre de la Historia”: así dice el muy repetitivo estribillo de una ya vieja canción que han puesto por el Noticiero de la televisión cubana en vísperas de la festividad del 26 de julio, día de la Rebeldía Nacional.

Esa fecha conmemora el asalto a dos cuarteles del ejército batistiano, allá en 1953, por un grupo de jóvenes lidereados por Fidel Castro y Abel Santamaría. La fecha le dio nombre al movimiento –cívico y armado- que el primero de enero de 1959 logró expulsar al dictador Batista del país.

Todavía se usa la bandera del M-26-7, como símbolo de adhesión a las ideas y sobre todo de lealtad a la figura de Fidel Castro, y la festividad del 26 es quizás la más masiva entre los días de recordación oficiales. Son 3 días feriados, que marcan simbólicamente el inicio del verano cubano, y que en Santiago de Cuba coinciden con el tradicional carnaval de esa ciudad, fijado el día de Santa Ana.

Los asaltantes del cuartel de Santiago de Cuba escogieron para su acción el día del carnaval de 1953 a propósito: suponían que el pueblo santiaguero en las calles iba a facilitar sus planes de insurrección.

Pero el asalto terminó en una derrota.

Decenas de jóvenes murieron o en el propio combate, o asesinados por los esbirros una vez que fueron capturados.

Algunos, incluido el propio Fidel, lograron huir, pero fueron apresados en algunos días.

Es difícil explicar cómo una fecha en que murieron tanta gente pueda ser “la más alegre de la historia”. Se cuenta que una vez un extranjero preguntó a un cubano las razones de la alegría, y el cubano contestó: ese día asaltaron el cuartel Moncada, y fueron muertos muchos revolucionarios.

-¿Pero qué tiene eso de alegre? –ripostó el forastero- ¿obviamente, la alegría se debe a que la acción fue un gran éxito: después de tantos muertos, seguro que unos pocos lograron tomar la fortaleza, y así pudo seguir la revolución su marcha?

-No, tampoco. La acción fracasó, y la dictadura mató a muchos de los que se salvaron en el combate.

El extranjero se asombró -una vez más- de lo incomprensibles que somos los cubanos. Ese asombro probablemente se diferenciaba de los que antes había tenido, por sus notorios tintes de macabritud.

Quizás valga la pena considerar el irrespeto que implica eso del “día más alegre de la historia”…

La Cuba soñada tendrá otras fiestas comunes. Yo no quisiera que fuese la más importante ni el 1ro de enero (victoria insurreccional de 1959) ni el 20 de mayo (día de la lastrada “independencia” en 1902).

Preferiría el 10 de octubre. Día en que una campana de dotación llamó a la libertad a unos (pocos) esclavos en 1868. Eso también tiene su punto macabro. Pero no fue ni una victoria, ni una derrota, ni un día luctuoso por sus muertes. Fue sencillamente una fecha contradictoria, donde si no todo, al menos algo de la Cuba de hoy, comenzó.

El 10 de octubre lo celebraban Martí y sus compañero/as, en tantos lugares del mundo, antes de que la nueva guerra empezara…

Y Cuba hoy, también, es ciertamente sinónimo de contradicción. Es mejor así, y no una alegría que pretende falsamente anular la muerte.