Cuba y el carnet de identidad

Dmitri Prieto

Lo que recientemente le sucedió a mi amigo Mario Castillo en Cuba me recordó algunas experiencias mías en Gran Bretaña.

Cuando fui a ese país a estudiar un máster en Antropología durante un año, sabía que en tres días contados desde la fecha de arribo debía registrarme con la policía. Resulta que no era en una estación cualquiera, sino en una especie de centro donde elaboraban los documentos de los extranjeros residentes.

Después de una larga cola, fui entrevistado por un agente que me tiró una foto con una cámara digital y en un acto casi instantáneo me entregó un documento en formato A4 donde aparecía mi origen, mi dirección de residencia, la foto y unos cuantos datos más. La hoja en un formato tan exótico para una identificación personal no era otra cosa que un “carné de identidad” para extranjeros residentes.

Enseguida me figuré lo complicado que me iba a ser andar por Londres con semejante “carta personal.”

Pero el mismo papel especificaba muy claramente que si en algún momento la policía me interpelaba, yo no estaba obligado a enseñarles la hojita A4, sino sólo debía presentarme con ella en la estación policial más cercana durante las 48 horas siguientes. O sea, el no llevar tal identificación arriba no implicaba ningún problema en absoluto.

En Londres, usábamos para fines prácticos el carné de estudiante, el del bus, u otros documentos similares.

Pero no es así en Cuba. Todos deben llevar consigo el carné de identidad. Como supimos por el caso de Mario, si a uno lo agarran indocumentado pueden detenerlo aproximadamente unas 4 horas en la policía, y al final –como a Mario- imponerle una multa de 7 pesos 50 centavos (moneda nacional), es decir, unos 30 centavos de dólar USA (¡!). [En Cuba, 7 pesos es lo que puede valer un sándwich o un pequeño libro]

No es mucho, pero resulta incómodo, sin dudas. Máxime la policía –a partir del propio sistema del carné de identidad- tiene en sus bancos digitales tanto las fotos como las huellas digitales de prácticamente toda la población cubana adulta. Así, no resulta difícil identificar a alguien aunque no porte su carné.

Muchas personas dicen que los pedidos del carné de identidad por la policía no recaen de manera uniforme sobre los diversos grupos.

Se comenta, por ejemplo, que a las personas de piel oscura les es solicitado con mucha más frecuencia que a los de piel más clara. Yo he sido testigo de ello.

También sé por mi propia experiencia que cuando andaba peludo me lo pedían mucho más frecuentemente que cuando llevaba pelado “respetable.”

Y cuando cubano/as y extranjero/as van juntos, la probabilidad se eleva dramáticamente (excepto si se trata de guías turísticos profesionales).

¿Es tan necesario ese documento? En otros países la gente circula con cualquier tipo de identificación, desde licencias de conducción hasta tarjetas de clubes de cine… En la URSS, la introducción del “pasaporte interno” marcó el inicio del periodo más cruel del estalinismo.

¿Hace tanta falta el carné de identidad? Después de todo, la multa por no llevarlo es de sólo $7.50, una cifra cuyo valor relativo denota la medida de peligrosidad de tal “contravención.”

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