Dmitri Prieto
Antes también se ha hablado de los estímulos morales (premios, diplomas, condiciones de “destacado” y “vanguardia” del trabajo), pero hoy pocos recuerdan que tales estímulos existen.
Siempre me ha parecido que hay algo de pavloviano y conductista (behaviorist) en eso de los estímulos. El trabajo es un hecho social, una práctica y una vivencia mucho más compleja. Lo del estímulo es una simplificación drástica de una realidad compleja.
Prefiero hablar de motivaciones, porque no todo en la vida humana es como hacer salivar a un perro, haciéndole creer que el sonido de una campanita señaliza un banquete.
Revisé el diccionario, y encontré algo sorprendente: stimulus, en latín, significa aguijón. O sea, el palo afilado que se usaba para hacer caminar a los bueyes.
Los entendidos recordarán aquella frase de Jesús a Pablo de Tarso, en el Camino de Damasco: “¿por qué andas dando coses contra el aguijón?”
En la traducción latina de la Biblia preparada por San Jerónimo, aquello debe sonar como algo parecido a “cabezazos contra el estímulo.”
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