¿Una huella cubana en el pensamiento de Cornelius Castoriadis?

Dmitri Prieto

Cornelius Castoriadis. Foto: columbia.edu

Cornelius Castoriadis (1922-1997) es para mí uno de los filósofos más interesantes del siglo XX. Nacido en Constantinopla, guerrillero griego antifascista y militante trotskista en su juventud, fue creando en los ´50-´60 una originalísima concepción del ser social, donde el lugar central lo ocupa la noción del imaginario.

Se propuso llevar la crítica del capitalismo y la modernidad más allá de las propuestas clásicas de Karl Marx y Sigmund Freud; incluyó en sus análisis un fuerte cuestionamiento de los llamados “socialismos reales,” sentenciando ácidamente sobre la abreviatura U.R.S.S.: “cuatro letras, cuatro mentiras.”

También fue economista y psicoanalista practicante. Instalado en Francia desde 1945 -donde co-editó la revista “Socialismo o barbarie”-, su pensamiento maduro tomó renovada inspiración de sus ancestros helénicos, llegando a apreciar en la autonomía personal y social el propósito apetecible de las liberaciones presentes y futuras.

En 1975 aparece su libro mayor: “La institución imaginaria de la sociedad.”

Además, Castoriadis escribió numerosos artículos y ensayos (entre ellos quiero mencionar “La fuente húngara,” sobre la rebelión de 1956, publicado hace poco en Cuba).

A finales de los ´90 y principios de este siglo, me fue revelándose poco a poco la obra de Castoriadis. Quedé fascinado por el empuje crítico y la solidez de sus propuestas teóricas – frescas, robustas y transgresoras frente a un aparente triunfo neoliberal que convirtió el consenso capitalista en lugar común de una época, del cual ciertamente no nos hemos recuperado aún.

Pero algo interesante sucedió: las ideas de Castoriadis me facilitaron el estudio del gran escritor cubano José Lezama Lima , considerado comúnmente un autor algo difícil.

Una de las más notables colecciones ensayísticas de Lezama se llama precisamente “Las eras imaginarias.” Lo imaginario ocupa el lugar central de su “sistema poético del mundo,” que fue incubando aproximadamente desde la década del ´50.

Me impresionaron las confluencias de los enfoques de Lezama y de Castoriadis, a las que dediqué un pequeño texto presentado en varios coloquios y publicado en la revista digital Esquife “Lezama y Castoriadis, autonomía y posibilidad infinita”.

Además de Castoriadis, me ayudó con el pensamiento lezamiano otro autor cubano: Severo Sarduy. Un interesante escritor emigrado que vivió en París y se codeó con teóricos franceses.

Leyendo a Sarduy, me di cuenta de que sostuvo apasionada amistad con el poeta mexicano Octavio Paz. ¡Pero Paz también fue gran amigo de Castoriadis! Incluso, resulta que Sarduy y Castoriadis ambos publicaron en la poderosa editorial Le Seuil.

Recientemente, mientras estudiaba más sobre Lezama, me percaté que Octavio Paz fue colaborador fiel de la revista “Orígenes,” promovida por el cubano en La Habana más o menos cuando Castoriadis editaba en Francia “Socialismo y barbarie.” El escritor mexicano también fue uno de los primeros y más entusiastas críticos de la principal obra de Lezama: la novela “Paradiso.”
¿Casualidades?

El mismo Cornelius Castoriadis reconoce que sólo escasos autores admitieron soberanía filosófica a lo que él llamó “imaginario” (entre esos pocos menciona al romántico alemán Fichte).

Pero, ciertamente, las ideas de José Lezama Lima son de una coherencia ejemplar, aun cuando el propio habanero dijera que su sistema poético “es una locura”…

¿No habría sido posible que el interés de Castoriadis por profundizar el raro tema de lo imaginario partiera de conversaciones con Octavio Paz, quien perfectamente pudo referirle el “sistema poético” lezamiano?

¿Se conocieron Cornelius Castoriadis y Severo Sarduy, dos curiosos exiliados en París?

¿Tiene sentido hablar de una “conexión cubana” en el pensamiento de Castoriadis?

Quiero aclarar que no pretendo cuestionarle la originalidad al griego, ni menos establecer falaces “influencias” chovinistas.

Las ideas de los escritores mencionados son afines, pero nunca idénticas, y cada cual tiene su mérito.

Mas puede tratarse de un interesante detalle en los trayectos del pensamiento crítico del siglo XX. Detalle que nos diría mucho sobre las relaciones del centro del sistema-mundo con sus periferias.

Quizás queden personas vivas que conocieron a Paz, Castoriadis y Sarduy, capaces de testimoniar sus vínculos, o incluso proveer algún documento esclarecedor…

¿Habrá entre quienes lean esta epístola alguien que pueda elucidar el asunto?

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