¿Provocación o vandalismo?

Dmitri Prieto

Foto: Jimmy Roque Martinez

Hace poco, alguien extrajo del muro en la esquina habanera de Morro y Colón, las piezas artísticas que identifican el sitio donde cayó asesinado uno de los mártires negros del 27 de noviembre de 1871.  Ese día al menos cinco cubanos negros Abakuá protagonizaron una protesta armada intentando impedir el fusilamiento por soldados colonialistas españoles de ocho cubanos blancos estudiantes de Medicina.

Quien cayó allí fue un muchacho “de como 14 años.” según reportó la policía colonial; probablemente fue el asesinado más joven en ese fatídico día.  A diferencia de los muchachos universitarios, los nombres de los negros se desconocen.

Las piezas no fueron robadas, sino tiradas al pie del muro.  Nos enteramos gracias a un aviso del personal de Seguridad que cuida uno de los hoteles aledaños.  Casi desde que hace 5 años se empezó a conmemorar el hecho patriótico que allí ocurrió, los trabajadores de los hoteles y los vecinos de casas cercanas siempre han apoyado con su valiosa ayuda a los organizadores de los homenajes.

La investigación histórica por la cual se identificó el sitio es obra del escritor y documentalista Tato Quiñones; los homenajes que allí se realizan todos los años son promovidos autogestionariamente por la Cátedra Haydée Santamaría y la Cofradía de la Negritud; la concepción memorial del lugar se gestó de manera autónoma, y las piezas que representan “firmas” gráficas de sociedades Abakuá son obra del artista Wilay Méndez.  Ya existen varias publicaciones sobre tales acciones y estudios.

Obviamente no sabemos quién o quiénes fueron los que se ensañaron con las dos piezas metálicas que constituyen el único monumento que existe a los mártires negros del 27 de noviembre.

El carácter espontáneo de las conmemoraciones y del propio memorial coloca sobre su integridad un velo de indefensión jurídica, por cuanto no goza del estatuto de Patrimonio Histórico, aunque ya es visto como tal por activistas críticos y por las comunidades afro-cubana y Abakuá.

Esta vez, aunque no destruida totalmente, fue dañada no sólo la labor de tanta gente por re-vivir la memoria de los caídos, sino también la cordialidad pública en la sentida recordación de esa memoria.

No digo que destruyeron la dignidad de nuestros muertos, porque ellos simplemente están a salvo de cualquier intento de unos vándalos o provocadores por eliminar su memoria.

El sitio de la recordación está a unos metros del Memorial Granma, donde arde la llama eterna a los cubanos caídos en la lucha por nuestra dignidad.  Siempre hay soldados armados haciendo guardia en el lugar.  Y hay cámaras.

No obstante, nos enteramos del ataque gracias a una iniciativa totalmente espontánea, como espontáneas han sido nuestras conmemoraciones de los héroes negros.

Es imprescindible que quienes tienen a cargo el Patrimonio Histórico de la ciudad tomen la decisión de reconocer como tal esa esquina, donde el anonimato de unos hombres dignos no obsta a que su acción siga tributando a los esfuerzos por descolonizar nuestras mentes.

Pero independientemente de las burocracias, nos encargaremos de reconstruir el sitio, y de cuidarlo contra cualquier provocación.  Los vándalos no pueden contra el compromiso revolucionario de la gente humilde de Cuba.

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