¿Por qué nos molesta la fumigación?

Dariela Aquique

Fumigador. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 26 mar — La campaña contra el mosquito Aedes Aegypti, la prioridad del sector de Higiene y Epidemiologia, que es una dependencia del Ministerio de Salud Pública. Numerosas brigadas agrupan a los trabajadores de la campaña de vectores o como vulgarmente la gente les llama: los mosquitos.

Estas personas chequean diariamente las viviendas, revisando los depósitos de H2O, para ver si están libres de larvas, echando abate en los tanques, incluso entrando a espacios de las casas tan privados como las habitaciones a ver si hay vasos o copas con agua (una costumbre de los rituales folcloristas).

Pero los brigadistas hacen otro trabajo y es quizás el menos bien recibido para algunos, la fumigación.

Vayamos por partes, para no suscitar malas interpretaciones. Es bien sabido que el Estado destina muchos recursos a la campaña, lo que va desde spots televisivos y radiales, posters, insumos y equipos de fumigación, insecticidas, uniformes y accesorios para los trabajadores, etc.

Es agradecible esta labor de prevención de enfermedades, especialmente de algunas tan letales como el dengue o la leptospirosis.

Probablemente ninguna Nación despliegue un trabajo tan intenso en este aspecto. Sin embargo en el diseño de su realización es que a mi juicio están los contratiempos que generan.

En primer lugar no se traza una planificación de días y horarios de fumigación. Ellos pueden aparecer en tu casa, cualquier día, a cualquier hora. Simplemente y sin previo aviso, tocarán tu puerta y alguien que la mayoría de las veces no te da ni las buenas tardes te dice como una orden: Se va a fumigar.

Si estas en disposición, asientes, cierras toda la vivienda, dejas que fumiguen y sales por espacio de 30 a 45 minutos a que el tóxico humo se haya extinguido.

Pero si estás ocupado, bien sea preparando la comida, justo antes de entrar a tomar un baño, durmiendo, atendiendo a una visita o frente a la PC intentando  hilvanar alguna idea, lógicamente te molestarás y le preguntarás: si no es posible que sea un poco más tarde.

A lo que casi siempre tendrás por respuesta: que ellos tienen un horario y van en un orden de casa por casa.

Si es un buenagente, te pedirá el visto y anotará que la vivienda fue fumigada y hará una seña cómplice con el dedo índice puesto verticalmente sobre los labios. Así no tendrán problemas ni usted, ni él.

Si el compañero es muy intransigente y definitivamente intentas hacer valer tu derecho de no permitirles que fumiguen (al menos en ese momento o ese día específico); vendrán las amenazas de: que serás multado…Si  esto te molesta aún más entonces pueden venir textos tales como: usted puede ser acusado de propagador de epidemias o esto puede ser interpretado como un problema político.

Por supuesto que ante semejante disparate, te das cuenta del non plus ultra de falta de derechos y libertades que tienes, que aunque valores lo correcto de esta labor, no quieres que un momento determinado afecte tus horarios de vida.

Así que si los compañeros de la Campaña son inoportunos en su visita para fumigar, tiene usted solo dos opciones, deje todo lo que esté haciendo y déjeles entrar, que acá ni en su casa usted es dueño. Sino haga valer su derecho de propietario y pague una multa, ah si reincide puede terminar sometido a proceso judicial.

Y así hay quienes no entienden, por qué mucha gente se molesta con la fumigación.

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