Nada es perfecto

Dariela Aquique

Por estos días se advierte un estado de entusiasmo en los habitantes de Santiago de Cuba a causa de la reanimación urbanística que distingue a la ciudad.  Se han inaugurado varios centros gastronómicos en diferentes zonas de la urbe con diseños y estilos que denotan modernidad y buen gusto.

Restaurados parques de recreos, ferias, bares, restaurantes, cremerías, mercados y creados los llamados complejos de carpas, los que no son más que pequeños espacios acogedoramente decorados, donde se pueden encontrar pizzerías, fondas y cafeterías.  Tienen así los santiagueros variadas opciones para pasar el caluroso verano.

Por fin comienzan a rescatarse los entrañados cines de barriadas y actividades culturales y recreativas invitan a los locales a no quedarse en casa.  Aunque aún insuficientes las ofertas, teniendo en cuenta que es este el municipio más poblado de la isla, no puede negarse el renacimiento que vive ahora mismo la vieja villa.

La labor del diligente Primer Secretario del Partido, el que finalmente tiene a su cargo toda la dirección de la localidad, conjuntamente con el gobierno en la provincia ha sido merecedora del reconocimiento de la población.

Aunque falta trabajar en función de que el servicio que se presta alcance la excelencia, pues no basta con ser atendidos por jóvenes dinámicos y de trato afable, los comensales y clientes también merecen la mayor calidad en los productos que les son expedidos.  Puede de todas formas hablarse ya de que la ciudad luce embellecida y grata.

Sin embargo, no sé si imputárselo a los años de decadencias que vivimos hace un tiempo atrás y que creó en los más indolentes la mala costumbre de olvidar las elementales normas de comportamiento y el cuidado de los sitios de disfrute común.  Atroces manifestaciones de indisciplina social dejan ya su lamentable huella en lo hecho.

Son los más jóvenes quienes pintan y marcan paredes recién construidas, remozadas o pintadas.  Los que fuman en lugares cerrados o de gran confluencia donde está prohibido este acto.  Los que contaminan de bullicio y de actuación chabacana los lugares públicos.

Sería imperdonable que en poco tiempo tanto esfuerzo, costoso además para el país haya sido en vano y volvamos a tener nuestra comarca deslucida.

¿En qué parte la educación se ha equivocado?, que cuando estamos disfrutando del reverdecer citadino, somos testigos de procederes insociables y no nos queda otra frase que decir: qué pena, nada es perfecto.