Dariela Aquique

Calle de Santiago de Cuba.

HAVANA TIMES — Cuando en la ciudad del Vaticano, turistas y feligreses aguardaban por el veredicto del cónclave cardenalicio. Y la primera fumata fue negra, indicando que los 115 cardenales no habían llegado a un consenso.

Por tanto estaba aun sin Papa la Santa Sede, y la gente comenzaba a disgregarse esperando al segundo cenáculo. Para ver si salía el humo blanco de las chimeneas de la Basílica de San Pablo.

Los prelados reunidos en la Capilla Sixtina, trataban de designar al sucesor de Benedicto XVI. Pero era una labor difícil, cuando como todos saben, la Iglesia Católica afronta una de sus mayores crisis en la historia.

Escándalos de corrupción en el ámbito económico y en el moral. Sobre todo el abuso de niños que ha sido denunciado en varios países y que involucra incluso a algunos de los propios cardenales. Haría espinosa la selección.

¿Cómo no equivocarse?, y mostrar al mundo a un Pontífice infecto. ¿Cuán delicada la encomienda de elegir al representante de Dios en la tierra? (según el cristianismo).

¿Qué trance de credibilidad afrontaría la Santa Sede? Cuando sus sagrados mandamiento pudieran quedar en entre dicho.

Sin embargo se manejaban algunos nombres como posibles sucesores del Papa. Angelo Scola, de Italia. Marc Ouellet, de Cánada. Thimoty Dolan, de Estados Unidos. Reihard Marx, de Alemania. Francis Arinze de Nigeria y Peter Tukson de Ghana, entre otros.

Como si fuera una campaña electoral política que intentaba demostrar su democracia, aparecían junto a los representantes de países potencias, dos africanos. Pero los medios no promovían mucho los nombres de los cardenales latinoamericanos, cuyas cualidades posiblemente eran incuestionablemente superiores a la de cualquier otro candidato.

Días después de varias rondas, se eligió al Pontífice, un latinoamericano, para sorpresa de muchos. Pero bastante lógico, teniendo en cuenta que es en America Latina donde existe mayor número de creyentes en la fe católica.

Ahora los que aún creen o necesitan un Papa, las beatas y monjas ordenadas que aclaman por la aprobación del sacerdocio femenino, o sencillamente los medios y otros curiosos, que aguardaron entre el humo negro y blanco en las afueras del Vaticano. Ya tiene a su santo Padre.

¿Podrá este extinguir los humaradas oscuras que envuelven a la Santa Iglesia?

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