El gato de Damián
Por Regina Cano
HAVANA TIMES — Atado desde los 35 días de nacido. Un gato Burnet -lo que aquí llamamos, entre otros, gato Siamés-, habita en un pequeño espacio alrededor de la escalera de madera que accede a la barbacoa en un cuarto (vivienda muy reducida) ubicado en un edificio de muchas e iguales habitaciones en la calle Zanja, Ciudad de La Habana.
Ha desarrollado una agresividad propia del secuestrado, de la que se queja quien se cree su dueño y a quien se lo regaló otro vecino que con esta práctica había mantenido a la madre del actual gatico, hasta su muerte.
Para este señor y su mujer, –que aparentemente son unas buenas personas con sus iguales-; principales habitantes de la vivienda y gustadores del gato, al parecer su primer gato; les son una sorpresa y molestia los ataques, y muestra de ferocidad dados por el animal, que defiende a cola y garra el tan poco territorio a ocupar.
Zanja, -una calle ruidosa, muy transitada por autos, guaguas, algunos camiones, carretillas, motos y bicicletas, así como cualquier otro equipo de los inventados por aquí, donde desde el más pesado al más ligero van dejando su secuela en el pavimento y las paredes-, sostiene un cimbrar constante para los oídos no adaptados.
Al entorno del gato se agregan los sonidos propios de la cotidianidad que provocan las familias humanas vecinas, apretujadas en las pequeñas áreas habitacionales. Sonidos que no amortiguan sus paredes ligeras y los puros inventos de limitar y hacer valer el espacio propio.
El gato del cuento no tiene la posibilidad ni de extender las patas más allá de la zona que le han dejado, que no sea acceder a la caja de las cacas (muy cercana) y a un recipiente de agua, porque su comida es puntual y el plato viene y va.
De pronto me recuerda a un pájaro encerrado en una jaula con un mantel encima.
El animal no ve lo que pasa en el pasillo a donde da la puerta de la casa, no puede identificar la fuente de los ruidos, y al parecer, no se acostumbra a alguno de ellos.
El bicho, pasa más miedo que su dueña, quien me muestra dos arañazos del único ataque en este tiempo, de quien se ha vuelto irritable por sus circunstancias de vida, por la voluntad de un humano.
Dile que lo suelte, el gato si sabe que habrá comida va a regresar a casa.