De vuelta a la fe

Dariela Aquique

Las prácticas de religiones datan de las primeras civilizaciones.  Es casi una necesidad humana dar crédito a alguna fuerza o ser divino y sobrenatural que rige sus existencias.

El individuo siempre inconforme o considerando que la vida que le ha tocado no ha sido lo suficientemente larga, bien para vivirla a plenitud o para corregir en ella misma los errores cometidos, pues espera el evento de la inmortalidad.

No pretendo hacer un panegírico respecto a las creencias místicas, sino referirme a estas ahora mismo en nuestro país.  Los cubanos somos de un tradicional arraigo a las religiosidades.  La práctica de ellas, así como lo diversas de las mismas ha sido históricamente demostrable.

Desde los primeros años de la Revolución, hasta un tiempo después hubo para con las religiones cierta intolerancia, que vetaba por consecuencia el hablar de absoluta libertad de culto en la isla.

Las doctrinas materialistas dialécticas como premisas del sistema, se anteponían a las propensiones idealistas de las que las religiones son fiel exponente.  Esto repercutió incluso hasta en el hecho de que se fueran concedidas carreras universitarias o el pertenecer a determinadas organizaciones sociales.

Años más tarde, afortunadamente este error fue reparado y hubo una apertura a asentir la pertenencia a religiones varias.

Como todo acto censurado, al ser tolerado resulta una suerte de explosión contenida.  Fue entonces que muchas gentes empezaron a reconocer de forma pública su afiliación a esta o aquella fe religiosa.  Aparecieron hasta en las filas del Partido Comunista, muchos desde católicos hasta babálaos.

Lo que mueve mi comentario es que en los últimos años he visto una afluencia considerable de jóvenes volcados a este hecho, las congregaciones religiosas crecen raudamente agigantando sus filas con lo más nuevo de la sociedad.  Estudiantes universitarios en su gran generalidad son el mejor ejemplo.

He estado indagando la raíz de este suceso y he tenido como respuesta:

-Que en las iglesias o centros de culto, se promueve una educación formal y cultural general que es vital para el sano desarrollo de cualquier sociedad.

-Que la fraternidad, el auxilio, respeto y amor a los otros se inculca y se hace una realidad tangible.

-Que los jóvenes religiosos son siempre mejores comportados en cuanto a disciplina social.

-Que el ser humano no puede prescindir de la fe en que una vida mejor es posible.

Yo particularmente, no fui educada en la afición por las religiones, mi generación corresponde a la etapa de las intolerancias.  No obstante considero que realmente los jóvenes religiosos sí refrendan una mejor educación.  Esperar una vida mejor, es una circunstancia a la que no escapa ningún ser, sea o no religioso (es instintivo).

¿Es efectivo entonces para los cubanos, estar ahora mismo de vuelta a la fe?

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