Los cadáveres insepultos de Colombia

Dariela Aquique

HAVANA TIMES — Las series y las telenovelas son el producto audiovisual más consumido por la población latinoamericana. Han encontrado en la temática de narcotráfico el tópico favorito para sus producciones: El cartel de los Sapos, La ruta blanca, El Capo, La Reina de Sur, etc.

Sin embargo, estos no eran más que tramas de ficción recreando la problemática del tráfico de drogas desde Colombia a Estados Unidos.

Hasta que en el 2012, miles de personas siguieron expectantes, capítulo a capítulo, la teleserie Pablo Escobar, el patrón del mal; transmitida por Canal Caracol y que fuera vista en Cuba gracias a la piratería en Internet. Llevaba a la pantalla la biografía de Pablo Emilio Escobar Gaviria, el proverbial capo del narcotráfico que resucitaba una vez más de su sepulcro, ahora en calidad de protagonista de un serial.

Aunque variaron los nombres de algunos de los personajes, fueron puntuales en la sucesión de los acontecimientos. También en la verdadera identidad de las víctimas, sobre todo de las más notables en el plano de la vida pública o política de la Colombia de aquellos años.

Las imágenes de archivos y las excelentes interpretaciones actorales lograron dar nueva vida al antihéroe de Medellín. Pero, parece no haber vuelto solo de ultratumba. Desde los meses finales del 2013, otro personaje lamentablemente conocido, Gonzálo Rodríguez Gacha, se impone en la televisión.

Esta vez es RCN Televisión en producción con FOX Telecolombia, quienes presentan la serie Alias El Mexicano, basada en la vida de otro de los principales mafiosos de aquella sombría época de la historia de ese país.

Un recorrido por la vida de este hombre involucra tenebrosos pasajes de los años 60 en Colombia, desde que el sicarismo se convirtió en una forma de vida para muchos.

Cuando supuestamente el Banco de la República tenía el monopolio de la explotación de las esmeraldas en Boyacá, en la práctica, miles de guaqueros se disputaban las valiosas piedras y se mataban por ellas.

Como esbirro de uno de los jefes de bandas, en la guerra por el dominio del oro verde, sería el bautismo de este temible varón, devenido uno de los más buscado en Colombia por sus innumerables crímenes. Hasta los años 90, cuando fue ultimado por el ejército.

No debe ser casual que a la vez TeleSur esté difundiendo una serie-documental por episodios, titulada Las victimas de Pablo Escobar, con entrevistas, fotografías y videos de ficheros. Su objetivo: volver a mostrar lo monstruoso que es el narcotráfico y la secuela de corrupción, sicarismo, terrorismo y dolor que deja a su paso.

Pero nada de esto es suficiente. Sabemos bien que Escobar, El Mexicano y otros tantos, infelizmente han sido iconizados por muchos. Hoy, una cantidad considerable de jóvenes latinoamericanos tiene en estos capos su alter ego.

Combatir el narcotráfico es prioridad de algunos de los gobiernos del continente. Otros en cambio, se favorecen de las “bondades” que este mal les ofrece y hacen el juego porque el soborno es a grandes escalas.

Lo cierto es que revivir a estos seres puede ser funesto, porque sus ejemplos consiguen influir para bien o para mal. Todo dependerá de la catadura moral del receptor, (y de los niveles económicos también, claro).

Colombia ha de tener cuidado de sus cadáveres insepultos.

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