Una foto; policías y mendigos

Daisy Valera

HAVANA TIMES — ¡Cuidado! Si usted decide caminar por la calle Obispo y lleva una cámara, guárdela inmediatamente.

No importa si es una profesional o una camarita desechable.

Una calle repleta de turistas y de policías apostados en cada cuadra no deberían alarmar demasiado.

Pero allí estaba yo con una cámara más pequeña que mi mano, tratando de hacer una foto y tres señoras abalanzadas sobre mí, gritando que era de la mafia (de Miami) y que alguien me pagaba.

Sus bolsas de compras como péndulos en mi cara (¿cuántos cubanos pueden comprar algo en Obispo?)

Sus bocas abiertas intentando provocar una lluvia de huevos o tomates sobre mi cabeza (por suerte un huevo es casi un tesoro y la libra de tomate está bastante cara).

Un policía arrastraba a un mendigo por el brazo, recogía con furia los cuatro periódicos polvorientos que este intentaba vender  y los metía casi rotos en una bolsa de plástico.

El perrito del anciano ladraba como enloquecido.

El pobre señor intentaba dejarse caer en el piso.

Las  señoras solo se concentraban en lo que yo  trataba de hacer. No les importaba que un ser humano fuera violentado de aquella manera.

Para ellas quizás el anciano era un objeto sucio que afeaba la brillante pulcritud de las vidrieras de Obispo.

El mendigo parecía  desorientado y triste. Aquellas viejas emperifolladas solo tenían ojos para mí.

—      ¿Qué vas a hacer con esa foto?

—      Lo que se me ocurra señora— puede que me hubiera ido mejor si las hubiera ignorado, pero tanta indiferencia me hace saltar la lengua.

Comenzaron los gritos y las acusaciones. Un despliegue del discurso oficial que en mi imaginario solo se reservaba para la televisión.

Nadie había convocado a las señoras para un acto de repudio, aquello era totalmente espontáneo.

Las personas que nos rodeaban eran espectadores, se limitaron a mirar en silencio.

Me fui apartando, el policía todavía arrastraba al mendigo por una calle perpendicular a Obispo.

Sentí miedo.  Una mezcla de angustia e ira me oprimía el pecho.

¿Cuántos cubanos más se preocupan por la imagen internacional del Estado antes que por la seguridad y bienestar de un conciudadano?

¿Cuántos se cuestionan la impunidad de la policía nacional revolucionaria?

¿Cuántos  están dispuestos a lanzar acusaciones demasiado serias sin pensar en las consecuencias?

No tengo ni la menor idea: esta es una certeza que solo logra hablarme de mi indefensión y quizás de que una cámara en el momento y lugar adecuado puede ser un arma contra la inercia.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

15 años de prisión a la joven que transmitió las protestas

Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

“Distorsiones” de moda en Cuba

Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.