Daisy Valera
Mucho nos quejamos los cubanos de las dificultades para trasportarnos, sobre todos los cubanos que vivimos en la capital.
No es para nada mentira que el problema del trasporte encabeza la lista de los más complicados junto a los de la vivienda y la alimentación.
Cada mañana los trabajadores habaneros tienen que correr para montarse en los ómnibus y permanecer durante largos minutos apretados dentro de estos.
A todos se le ocurren soluciones para mejorar esta precaria situación, las más comunes son aumentar el número de ómnibus urbanos y las asignaciones de petróleo o gasolina.
Pero como a pesar de que las personas esperan por el crecimiento del número de guaguas y la cantidad de estas no aumenta, hay que pensar en una solución una tanto más inmediata.
La idea que tengo es hacer generalizado un sistema que se lleva a cabo en una parada del municipio Habana del Este, justo frente al Hospital Naval.
En varias ocasiones he presenciado como una empleada de trasporte intenta hacer parar a los carros que tienen chapas azules y carmelitas para montar a personas que están tratando de viajar a otros lugares de la capital.
Estas chapas son las que corresponden a carros de entidades estatales y dirigentes de centros laborales y empresas, respectivamente.
Esta operación solo la he notado en horas de la mañana, que es uno de los horarios más críticos para el trasporte.
A pesar de que el trabajo de la compañera es muy valioso, pudiera ser mucho mejor si los carros que tienen estas chapas pararan en lugar de seguir, como hacen muchos.
Cuando los carros no paran la empleada apunta la matrícula de los mismos en un papel, imagino que sea para reportar la actitud indolente.
En una ocasión tuve la oportunidad de montar en el carro de un dirigente del MINBAS (ministerio de la industria básica), y pude comprobar mi teoría de porque estos carros de propiedad estatal no paran para recoger a muchos trabajadores.
Lamentablemente los choferes de estos autos se creen dueños de vehículo y ven a los que necesitan montar en él como intrusos, estos choferes no ponen reparos en mostrar una cara de disgusto.
Pero la única verdad es que esos carros estatales y el combustible que los mueve son comprados con el dinero que se obtiene por el trabajo de muchos cubanos, así que nos pertenecen a todos, y no al que se sienta frente al timón.
Así que una forma adecuada de disminuir el problema del trasporte sería que la mayoría y no raras excepciones de los carros comprados con el presupuesto estatal ayuden en cada parada con la transportación de pasajeros.
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