Cómo sobrevivo

Daisy Valera

En los comentarios al post Mi salario no alcanza, alguien me hacía la pregunta de cómo sobrevivía cuando se acababa mi salario.

Le agradezco que su buen tino le haya hecho utilizar la palabra sobrevivir,  el infinitivo vivir hubiera sonado  fuera de lugar y hasta cínico.

Bueno, hace algunos años, alguien que fue mi amigo, tuvo la amabilidad de compartir sus conocimientos para hacer artesanías conmigo y no solo sus conocimientos, puso a mi disposición todos sus materiales.

El proceso de aprendizaje fue lento, el tiempo que debía dedicarle a la Universidad impedía que mi experimento con el metal y las piedras diera buenos frutos.

Durante meses, muchas de las partes de los aretes que lograba hacer tenía que desecharlas porque quedaban defectuosas.

Las cantidades de alpaca (nombre del metal que utilizaba) que tiraba a la basura por mi inexperiencia casi me hicieron desistir en mi empeño.

La alpaca o plata alemana no se consigue en Cuba.

Si no hubiera sido por mi amigo, que era de esas personas que disfrutan enseñar lo que saben, cueste lo que cueste, creo que hubiera mandado mis aspiraciones artesanales a la basura.

Quizás la parte más dura de aprender fue darme cuenta que era una persona que detestaba que las cosas no me salieran bien y rápido.

Así fue que, sobreponiéndome a mis ánimos facilistas y acumulando algunos 3 en las asignaturas universitarias,  las cosas comenzaron a salir bien.

Los aretes ya no quedaban torcidos y no demoraba tres horas en hacer un solo par.

Pero ser artesan@, considero yo, no es una cualidad que se alcanza solo con lograr un número considerable del producto que elaboras, la parte difícil es cuando tienes que vender ese producto.

Tienes que aprender a lidiar con la palabra no y con la suerte.

He tenido que tocar en puertas de becas, proponerle los aretes a mis compañeros de estudio y trabajo e incluso he parado a gente en la calle.

Últimamente los hago por encargo o los voy acumulando en un paño para cuando alguien los quiera ver.

Desde que estoy cumpliendo mi servicio social, no me alcanza el tiempo  y mi mano empieza a doler cuando toco una pinza.

Parece que por el esfuerzo constante he terminado con una tendinitis que hace que una parte de mi mano esté constantemente inflamada.

Haciendo aretes es que llego a fin de mes,  invirtiendo las horas que debían ser de ocio en trabajar.

Procurando satisfacer mis necesidades básicas y lidiando con el estrés el cansancio y la irritación.

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