Palabras que atesoro de un escritor cubano

Por Ben Anson

HAVANA TIMES – La soledad es algo que no es fácil de superar. No es nada fácil…

Alguien dijo una vez: “La soledad es la última pobreza”.

Quizás lo es. Quizás lo es.

Confieso que he pensado mucho en eso en el transcurso de esta última semana. La escritura florece en la soledad. Por lo tanto, bien podría ser una necesidad absoluta que el escritor se encuentre atrapado dentro de un ciclo semiconstante de soledad. Es decir, es necesario para que el escritor pueda desarrollarse, debido a que no tiene otra actividad para realizar que no sea escribir.

Perderse uno mismo en el entretenimiento de crear contenido, ya sean historias de ficción, artículos sobre hechos reales o incluso poesía, es algo que, con mayor frecuencia, se logra en la más pura soledad.

Hay que empaparse del tortuoso estado de soledad en la búsqueda de actividades artísticas o intelectuales como la pintura, la ejecución de instrumentos o, de hecho, la escritura. El que sea capaz de hacerlo, no hace falta decirlo.

Me he visto fallar en más ocasiones de las que me gustaría recordar. Tiendo a rendirme ante los seductores vicios del ron y la nicotina, acompañado de algunos amigos mediocres; amigos que preferirían beber tontamente conmigo, una noche de martes, en lugar de comprometerse con algo remotamente constructivo.

El resultado de ello es que gasto gran cantidad de dinero en tonterías ridículas en un intento de levantarme el ánimo (botellas de ron Abuelo, por ejemplo) y así despierto al día siguiente con un horrible dolor de cabeza y los bolsillos vacíos.

Es un ciclo terrible que crea más soledad aún, pues una vez que te encuentras con los bolsillos vacíos, nadie quiere conocerte. Esos mismos amigos mediocres que se descansaron en tus sofás, bebieron tus bebidas y eligieron canciones de su elección en tus dispositivos de reproducción de música, ahora están con otra persona, alguien que actualmente sostiene el papel.

Una y otra vez me encuentro bastante solo en mi departamento, sin posibilidad de recibir algún tipo de compañía. Entonces, escribo. Me veo obligado a hacerlo. En el medio de la lucha contra las tentaciones de Netflix, el ron y el humo. Hijos de puta, improductivos y devastadores de la salud que son esos tres.

Intento todo lo posible y hasta lo imposible para seguir siendo constructivo. Hacer cosas que potencialmente me recompensarán con algo: una sensación de logro artístico o incluso una pequeña cantidad de ingresos. Debe hacerse, a toda costa.

Al lograrlo, encuentro que las endorfinas se liberan dentro de mí. Empiezo a sentirme mejor. Escribir algún capítulo seguramente es mejor que estar enviando mensajes a las personas a través de WhatsApp y preguntar: “¿Quieres hacer algo?”

Hace aproximadamente un año, quizás un poco más que eso, descubrí que mis sentimientos y opiniones sobre la lucha contra la soledad eran compartidos. Compartido, por nada más y nada menos que mi escritor favorito, el audaz Pedro Juan Gutiérrez. Intrépido, sensacionalista, culto y bastante obstinado, a decir verdad, las detalladas y despiadadas gemas literarias de Juan, tales como Trilogía sucia de la Habana y Animal tropical – redefinieron la literatura para mí.

Nunca antes había leído obras de ficción que me capturaran, impresionaran e inspiraran tanto como las suyas. El estilo de escritura de Gutiérrez: intrépido y sin complejos, es muchos más que admirable.

Por lo tanto, me gustaría compartir un párrafo de su libro Animal tropical, con todos los colegas escritores que sin duda han luchado contra la soledad …

Después pinto un poco. Hay tranquilidad y silencio en estos días y aprovecho que puedo concentrarme. La soledad. Quizás uno escribe y pinta no solo para crear un espacio de libertad alrededor, sino también para sentirse acompañado. No exactamente para romper la soledad. No se trata de eso. La soledad siempre esta ahí. La siento, la toco, hablo con ella. Forma parte de mi vida. La soledad es inevitable. Y ayuda. Me concentro más. Soy más yo cuando convivimos bien apretaditos: la soledad y yo. Nos adoramos. No podría vivír sin la soledad”.

Palabras de inmensa profundidad y belleza realista.

Gracias, Pedro Juan.

Si tú no tienes interés en escribir, más de lo que deseo hacer de esto. Si estás solo, convierte tus manos en un talento, en algo que disfrute. No permitas que la depresión se hunda hasta donde se vuelve casi imposible querer siquiera contemplar hacer algo. Busca lo que sea que atraiga tu interés. Hazlo y no pienses más. Cuanto más se piensa, menos se hace en realidad.

Pensar demasiado alimenta la soledad.

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