Elogio de un observador crítico

Armando Chaguaceda

HAVANA TIMES — Pocas veces ha estado mejor atribuido un nombre. Los últimos post de Rogelio M Díaz Moreno, aparecidos en su blog y replicados en el de Observatorio Crítico, constituyen botones de muestra de la mejor crónica sobre la realidad política nacional, al menos de la mejor que he leído en estas semanas.

Combinando datos y humor, críticas de fondo y trazos de ingenuidad que convocan ternura, Rogelio ha ido desgranando los intríngulis de los últimos acontecimientos nacionales. En especial de aquellos que estaban llamados, desde la esperanza tozuda de algunos, a introducir -“ahora sí ¡” -las leyes esperadas, los cambios necesarios y las palabras sinceras.

Y que quedaron durmiendo el sueño de los justos porque si bien fueron aprobados agradecibles iniciativas en los terrenos de la producción cooperativa, exenciones fiscales y –según parece- en el de la cultura -con el difundido fin de la lista negra que censuraba, de forma oficial pero nunca pública, a artistas problemáticos- la lentitud y alcances de los cambios dista mucho que desear.

Para no hablar de infelices iniciativas como los cambios en la política de la Aduana, que –en ausencia de medidas complementarias en el comercio minorista y la política de precios- lapida los ingresos y suministros de miles de familias cubanas.

Llamando todas estas cosas y a los responsables por su nombre, aludiendo sin metáforas a las instituciones y funcionarios del patio y defendiendo sin complejos una mirada de izquierda y crítica (coctel virtuoso) a la situación nacional, Rogelio ha dado un rotundo mentís a quienes descalifican, en bloque y sin matices, toda y cada una de las propuestas de la joven izquierda cubana.

Ha honrado el oficio periodístico, demostrando que no es un carné lo que determina la mayoría de edad de un cronista, sino su apego a la objetividad comprometida, al respeto no complaciente por la opinión ajena y a la capacidad de decir lo que piensa en la forma, momento y lugar precisos.

Para quien ha compartido con pasión (y espera seguirlo haciendo) más de un debate con Rogelio, no es momento de dejar pasar la oportunidad de regalarle este público elogio.

Porque, como decía un cubano, ilustre honrar honra. Y porque siempre resulta una fiesta de los sentidos descubrir que la lucidez y la decencia van de la mano en personas como Rogelio, que acompañan nuestro presente y hacen más promisorio la búsqueda de un futuro mejor.