¿Y los desparecidos?

Alfredo Fernández

HAVANA TIMES — La foto que usted ve al lado suele encontrarse en cualquier parada de ómnibus o pared de calle concurrida de la ciudad de Quito. Los amigos de Cuba me preguntan sobre lo más notable visto mí hasta hoy en el Ecuador, ahí les va, son los desparecidos.

En verdad esperaba otra cosa, por ejemplo miseria, más no la he encontrado, tanto que me atrevo a afirmar que Cuba es más pobre que Ecuador. Por otra parte la ciudad de Quito luce salvajemente bella, con sus edificaciones modernas entre volcanes y montañas inmensas.

Lo que más me ha impresionado del Ecuador son los desaparecidos, casi siempre jóvenes  de ambos sexos; dicen que son secuestrados por traficantes de órganos, dicen también que rara vez aparecen.

Rompe el alma ver la foto de un joven desaparecido. Días atrás descubrieron unas clínicas para “deshomoxeualizar” donde algunos de los desaparecidos iban a parar, esta vez enviados por sus propios padres a recibir un tratamiento medieval para olvidar – como si se pudiera – el “pecado nefando”.

¿Cuál tratamiento?, levantarlos a las 4.00 am en medio del cortante frio de los Andes y aplicarles una manguera con agua fría. Por suerte la ministra de salud ya lucha para cerrar estas “instituciones” al margen de la Organización Mundial de la Salud.

De todas formas siguen las fotos con jóvenes desaparecidos por otros motivos, lamentablemente peores, me impactan, pues Ecuador parece un país tranquilo en comparación con sus vecinos de la región, más lo peor puede suceder en cualquier momento.

Dicen que un alto funcionario de la oposición a Correa estuvo implicado durante mucho tiempo en los secuestros y en el “negocio” de órganos, más como siempre sucede con los poderosos en Latinoamérica, las leyes no se hicieron para ellos.

Una parada de ómnibus y por lo menos una foto de un desaparecido, no lo conozco y sin embargo no puedo evitar sumarme al dolor de su familia y, también, a la tragedia de este joven que bien puede terminar como un donante involuntario de órganos y por ende de su vida.