¡Que se llenen los cielos de aviones!

Alfredo Fernández

HAVANA TIMES, 31 ene — A la pregunta de ¿cuándo los cubanos tendremos la posibilidad real de viajar?, que en enero 2008 el estudiante de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) Eliecer Ávila le formulara al presidente de la “Asamblea nacional del Poder Popular” Ricardo Alarcón, éste respondió con el paroxismo de que “si todas las personas del mundo pudieran hacerlo, se llenaría los cielos de aviones”.

En lo particular no me importaría vivir con menos sol, más aún si fuera por culpa de “tantos aviónes volando”. Señal esta de respeto al derecho de cada ciudadano a moverse libremente.

En lo personal tengo 36 años y nunca he podido ir más allá de la Isla de la Juventud hacia el sur, o de Cayo Jutias por el norte de Cuba.

El derecho a viajar, es tan humano que está recogido en el artículo 13 de la mismísima “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, en éste caso con sus incisos 1 y 2, los cuales rezan:

1- ) Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.

2- ) Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.

Por eso repito, con el perdón de los ecologistas, que si por cumplirse este derecho humano se “llenaran los cielos del mundo de aviones”, que no me importa, pues creo que un derecho está por encima de cualquier ideología, partido político o gobierno.

Un derecho nace conmigo y jamás se aparta de mí, más no una posibilidad, la posibilidad es casi siempre ajena y por lo regular tiene lugar al amparo de una coyuntura creada por alguien o algunos, de ahí que deteste a esos que gustan de trocar los derechos en posibilidades por los motivos que fuesen.

El derecho siempre tiene que estar ahí justo para cuando uno lo necesite, de manera que si por algún motivo me hiciese falta usarlo, bastaría con tomar mi pasaporte, y que sea la embajada del país  al cual deseo viajar, la única que decida si puedo hacerlo o no, y nunca un funcionario del Ministerio del Interior cubano.

Por esto, con el perdón de mi muy queridos ecologistas, y sobre todo de “nuestro admirado presidente” de la Asamblea Nacional del “Poder Popular”, Ricardo Alarcón, exclamo: “Que se llenen de aviones los cielos del mundo”, si fuera por concederme un derecho que, al menos desde diciembre de 1948, nunca debió apartarse de los cubanos.