Alfredo Fernández
Allí se dijeron muchísimas cosas interesantísimas que no repetiré aquí por razones obvias.
Me fui a la casa y me puse a pensar en todo lo que oí y en cómo podría yo contribuir a esa mejoría tan ansiada. La conclusión fue horrible.
Poco a poco concienticé algo que ya me había pasado por la cabeza: si no haces lo que te mandan desde arriba puedes convertirte en un indisciplinado, contestatario, disidente o contrarrevolucionario.
Pero hacer lo que ordenan desde arriba es seguir en lo mismo; y lo que no mejora, empeora; como dicen por ahí.
Concluí que allá arriba están enfermos y es una enfermedad tal que necesita un medicamento fuerte, muy fuerte y como los de abajo no somos esa medicina, esa curativa medicina, he decidido no hacer nada, absolutamente nada, ni a favor ni en contra.
Y es que lo que nos permiten hacer es tan poquito que nos han convertido en aspirinas; y los tumores se operan, se arrancan de raíz.
Dejémosle a Dios o a la Medicina Cubana la cura del Mal.
Aunque yo, sinceramente, no quiero ser aspirina.
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