Un capítulo único en la historia de Cuba

Shirley Langer*

HAVANA TIMES — En el año 2011 Cuba conmemoró el 50 aniversario de la exitosa campaña de alfabetización que casi  erradicó, en menos de un año, el analfabetismo generalizado en la isla.

Cuando Fidel Castro ascendió al poder en 1959, la población cubana era de seis millones de habitantes, el 25 por ciento de los cuales, incluido un millón de adultos, eran completamente analfabetas.

El nuevo gobierno estaba decidido a realizar cambios radicales para reformar la sociedad, pero cómo podría informar e involucrar a las personas en estos cambios si el 25 por ciento no podía leer un cartel, un folleto informativo, rellenar el más simple de los formularios ni siquiera firmar su nombre.

Cuando periodistas preguntaron a Fidel Castro qué era lo más importante que el nuevo gobierno revolucionario debía enfrentar, se comenta que este respondió: Lo más importante primero es la educación, lo segundo es la educación y lo tercero es la educación.

En Septiembre de 1960, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Castro hizo la audaz declaración de que al final de 1961 Cuba sería un territorio libre de analfabetismo.

A su regreso a Cuba pidió al ministro de Educación, Armando Hart, que lo hiciera realidad. La campaña comenzó con pocos recursos en mayo de 1961, retrasada por la invasión de Bahía de Cochinos. Cuando finalizó siete meses más tarde, con una celebración realizada en la Plaza de la Revolución de La Habana donde participaron un millón de personas, se había reducido el analfabetismo entre adultos de 25 a 3,9 por ciento. El 22 de diciembre de 1961 se alzó una bandera para proclamar Cuba un territorio libre de analfabetismo.

En 1964 un grupo de la UNESCO, que fue enviado a Cuba para estudiar y evaluar la metodología y resultados de la campaña. Concluyó que era la campaña de alfabetización más exitosa que jamás se hubiera realizado.

Quizás el aspecto más impresionante de la campaña es que la mayoría de las clases fueron impartidas por 100 mil jóvenes (principalmente adolescentes) que respondieron al llamado nacional por voluntarios. Los llamados “brigadistas” fueron jóvenes que dejaron la comodidad de sus casas para vivir con alumnos analfabetos dondequiera y comoquiera estos vivieran.

Durante siete meses muchos de los brigadistas que fueron ubicados en zonas rurales vivieron en bohíos, sin agua corriente, electricidad o baños —en condiciones primitivas.

A cada brigadista se le dio dos uniformes y un par de botas militares, una boina, dos pares de medias, una manta, una hamaca de saco y una linterna importada de China para que pudieran enseñar donde no hubiera luz disponible.

La mayoría recibió un curso intensivo de pedagogía de dos semanas o menos en el balneario de Varadero que se transformó temporalmente en una escuela y dormitorio gigante. Los brigadistas tenían pocos materiales didácticos: un manual y guía para el alfabetizador y cuadernos de trabajo para los alumnos.

Lo que les faltaba en recursos, lo compensaban con salud y vigor juvenil, entusiasmo nacionalista para realizar algo importante por su país, y la determinación de hacer realidad las palabras de Fidel Castro de erradicar el analfabetismo.

Hacia finales del verano de 1961, los organizadores de la campaña se percataron de que para terminar exitosamente a finales de año iban a necesitar añadir recursos humanos a la campaña. Trabajadores de todo tipo fueron liberados de sus puestos para desplegarse por todo el país a enseñar y se pidió a los residentes de zonas urbanas que enseñaran de manera voluntaria en sus vecindarios.

Shirley Langer

Además, las escuelas regulares no reabrirían sus puertas en septiembre, lo que facilitaría que los profesores profesionales enseñaran donde fuera necesario. El lema era: “El que sabe enseña al que no sabe”. El país se había convertido en una escuela gigante.

El 22 de diciembre de 1961, después de unos escasos siete meses de campaña que involucraron a toda la nación, Cuba alcanzó su meta de romper con cerca de 500 años de ignorancia y marginalización. La persona alfabetizada de más edad, una mujer de 106 años, había nacido siendo esclava.

Lo que comenzó en 1961 continuaba entonces y continúa hoy para garantizar la educación universal. Las puertas de las universidades cubanas están abiertas para todos los graduados a ningún costo y según la UNESCO uno de cada quince cubanos es graduado universitario.

La UNESCO ha declarado que la lucha de Cuba por erradicar el analfabetismo y llevar a todos los estudiantes y adultos a un nivel funcional de educación ha probado que no fue un triunfo aislado, sino una historia exitosa que no termina.

El éxito de la campaña de alfabetización cubana cambió el curso de la historia del país y convirtió al programa en un método codiciado. En la actualidad Cuba ayuda a otros países a través de un moderno programa de alfabetización audio-visual llamado “Yo sí puedo!”, que ha sido puesto en práctica ampliamente en Venezuela, Nicaragua, Timor Leste (antiguamente East Timor) y Tanzania.

Recientemente, la Nación Originaria Squamish de la provincia de Columbia Británica en Canadá ha comenzado el programa.
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(*) Shirley Langer vivió y trabajó en Cuba durante casi cinco años a mediados de los 60. Recientemente publicó el libro Anita’s Revolution (La revolución de Anita), una novela de ficción histórica sobre la campaña de alfabetización cubana de 1961. La novela está disponible en formato digital en las librerías digitales Kindle, Lulu y Smashwords. El libro impreso puede comprarse online en CreateSpace, o contactando directamente con Shirley por correo electrónico: shirleylanger@gmail.com.

Para leer más sobre Shirley Langer y La revolución de Anita, visite el sitio web: anitasrevolution.com

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