Nosotros, los espectadores cubanos

Yusimí Rodriguez

HAVANA TIMES, 11 feb — Desde hace unos años, el canal Cubavisión, de la televisión cubana transmite telenovelas extranjeras en el horario de las seis de la mañana. Para muchos televidentes es demasiado temprano, así es que el canal Tele Rebelde las retransmite el mismo día, a partir de las 8:30 de la mañana.

Lo interesante es que ya todas estas telenovelas han sido transmitidas, al menos una vez, por la televisión cubana.

Lo mismo sucede en el horario de las 10:45 de la mañana, en el canal Tele Rebelde. Esta es la hora de retransmitir novelas nacionales.

¿La gente emplea tiempo en volver a ver telenovelas que ya pasaron por la televisión, en muchos casos recientemente?

Sí. He descubierto que nos encantan las segundas (terceras, cuartas, quintas…) vueltas de lo mismo. Volver a llorar o reírnos de lo mismo. Sin sorpresas.

Nos encanta recordar la parte en que a fulanito lo descubren, a mengana la liberan. Es la señal para brincar de alegría, mordernos las uñas por el miedo (de lo que ya sabemos que va o no va a suceder), o dar una patada en el piso por la frustración ante el triunfo (temporal, por supuesto) del mal. Como perros amaestrados.

Pero sobre todo, nos encanta que nos engañen con finales felices, totalmente imposibles en la vida real.

Acaba de terminar “Páginas de la vida,” novela brasileña, que vimos cuatro o cinco años atrás. Tengo una amiga que no perdió un solo capítulo, igual que hace cuatro o cinco años. Se levantó cada mañana a las seis. Y si hora y media después del final se encontraba en casa, veía el correspondiente capítulo, una vez más.

El día del final, que la emocionó a la 6:00 am. y luego a las 8:30, como si no hubiese acabado de verlo, me preguntó: “¿Cuál pondrán ahora?”  “Alguna que ya viste,” le dije. Me contestó: “Por supuesto.”

Hace unos días, otra amiga miraba una de las tantas películas indias que últimamente exhibe la televisión. Al principio, pensó que se trataba de una que ya había visto, pero luego se convenció de que no; era un filme distinto. De la India, y kilométrico, pero distinto.

Cuando quedaba poco más de media hora para el final, mi amiga descubrió de que efectivamente, era la misma película que había ya había visto antes. ¿Qué hizo entonces? Terminar de verla.

¿Cómo logran, no solo que nos ilusionemos con la posibilidad de algo nuevo, sino que aún después de saber que se trata de lo mismo, decidamos repetirlo todo hasta el final?

He llegado a la modesta conclusión de que se trata de los actores. Los preferimos en dependencia de su capacidad para engañarnos. No solo queremos que nos engañen, sino que nos engañen bien. Y que, sobre todo, nos mantengan entretenidos.

Los espectadores somos un fenómeno complejo.

Que quede claro que estoy hablando de telenovelas y películas, o sea materiales audiovisuales. Pero, si por algún motivo totalmente ajeno a mi voluntad, usted percibe alguna ligera analogía con la realidad… no me disgusto en lo absoluto.

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