¿Qué me compraré?

Yusimí Rodríguez

Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 25 Nov. — Por estos días, Andrés es un hombre con suerte. Tiene la oportunidad de comprar artículos en una tienda recaudadora de divisas, con una cantidad de dinero que le asignan en su centro de trabajo.

Es afortunado. La inmensa mayoría de los trabajadores del país solo cuenta con su sueldo en moneda nacional, en muchos casos inferior a los quinientos pesos que él recibe mensualmente.

No les alcanza (a él, tampoco) para pagar el consumo de electricidad, comprar comida y además ropas y zapatos, aún suponiendo que no tienen que pagar la deuda de los efectos eléctricos entregados por el programa de la Revolución Energética.

Las ropas y los zapatos caen en la categoría de los lujos. Pero Andrés, además de su salario en moneda nacional, recibe entre 23 y 26 CUC… una vez al año.

Así funciona: en un momento determinado del año, a finales, le comunican la cantidad de puntos, o sea pesos convertibles que tiene asignados, y el día y lugar donde le toca comprar.

No recibe el dinero en efectivo, sino en cupones.

Si no encuentra nada de su gusto debe invertir el dinero en cualquier cosa que resulte más o menos útil; solo puede comprar ese día. O comprar ropa, aunque no le guste ni sea de su talla, para venderla.

“Las última veces, la tienda no había sido surtida y tuvimos que emplear el dinero en toallas, sábanas y cortinas.” En una de esas ocasiones, como no necesitaba más toallas ni sábanas, le vendió los cupones a alguien por quince pesos convertibles. “Si al menos nos dejaran acumular el dinero durante cuatro o cinco años, y luego nos lo dieran en efectivo para comprar donde nos de la gana.”

En esta ocasión, no comprarán en cualquier tienda en divisas, sino en una boutique. Las posibilidades de encontrar ropas y zapatos de su talla, y además de su gusto, son mayores. En las boutiques se venden artículos de marca, de mucha más calidad que en las demás tiendas… y más caros.

Con veintitrés pesos convertibles, Andrés podrá adquirir un pulóver, o una camisa, o un pantalón, tal vez incluso un par de medias. Si sobra algo, será para comprar un jabón o caramelos. Ni sueña con un par de zapatos.

Quiero creer que tal vez tenga suerte. Jamás entro a las boutiques, pero tengo una amiga que una vez logró encontrar un par de sandalias muy lindas, de muy buena calidad y relativamente baratas, para tratarse de una boutique.

Falta una semana aún; Andrés no sabe en qué boutique deberá efectuar su compra, pero ya está preocupado, e intenta calcular la mejor forma de invertir sus 23 CUC.

“La noche antes de la compra no podré dormir. Me sentaré en la cama, como la Cucarachita Martina con su moneda, a preguntarme: ‘¿Qué me compraré? ¿Qué me compraré?’,” dice al despedirse. Como de costumbre, logra hacerme reír.

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