Una Visita de mi madre a la SINA

Luis Rondón Paz

HAVANA TIMES — Es verdad que hay cosas que no entiendo de la administración del gobierno norteamericano. Ellos dicen que “el régimen castrista” tiene al pueblo de Cuba adoctrinado, que los derechos humanos fundamentales son constantemente violados, etc…

Pero en materia de emigración y apretar la tuerca, me parece que tienen el número uno, cuando niegan la Visa a alguien en estado delicado de salud, alegando como motivo la riesgosa posibilidad de tener entre manos un posible emigrante. Para mí, creo que es un chiste de muy mal gusto.

Sucedió que, hace un año, mi hermana hizo la reserva para que mi madre fuera entrevistada en la oficina de intereses de Los Estados Unidos de América en La Habana para el 24 de febrero de 2014 a las 8 AM.

Todo ya estaba coordinado. Mi hermana estaba de lo más entusiasmada por la idea de tener a su madre allá a su lado. – esta vez le dirán que sí, pensó. Podré  darle las comodidades que allá en Cuba no podrá tener: una dieta balanceada rica en frutas y vegetales, vitaminas y medicamentos de última generación…

Cuando leía las letras de mi hermana hablando sobre el tema, no pude negar como surgió dentro de mí la idea, sería maravilloso, su recuperación sería más rápida, pensé. Lamentablemente con lo que gano apenas puedo garantizar lo básico, me cuesta trabajo conseguir frutas y vegetales variados y con la calidad necesitada en precios asequibles a mi cartera.

Que dicho sea de paso, con las nuevas regulaciones en Cuba, los precios en vez de bajar lo que se han disparado más, al menos así es como lo veo en el mercado paralelo cubano.

El día antes todo estaba listo: Los 160 CUC para la entrevista, la silla de ruedas para moverse, y un poco de dinero extra para pagar la renta del taxi desde Santiago de Las Vegas hasta la oficina de la SINA en el Vedado.

Llegamos más o menos sobre las 7 AM y ya estaban llamando los turnos de las 8 de la mañana. Se podía notar a lo lejos la extensa fila de personas en los alrededores de la Funeraria de Calzada y K,  –como hay gente que quiere irse, pensé para mí.

“Luisito, pregúntale a ese señor si ya llamaron los turnos de las 8” –, espetó el chofer que nos trajo señalando a un sujeto vestido de blanco y azul en la esquina más concurrida de personas.

Él tenía en sus manos un número significativo de documentos de identificación, así que era obvio que trabaja en la Embajada, eso pensé y traté de abordarlo.

Cuando me acerqué, él estaba tan ocupado ordenando aquello que fui ignorado por completo, pensé quejarme, pero desistí segundos más tarde,  por lo que crucé la calle hasta el parque frente a la Funeraria de Calzada y K para preguntarle al otro agente sobre el turno.

Este fue un poco más amable y orientó que esperáramos en la esquina del parque para entrar a las 8  AM. Yo le expliqué que por las condiciones de salud de mi madre no podía esperar en la fila tanto tiempo. Entonces, el comprendió y 5 minutos más tarde ya estábamos en la entrada de la SINA para entrar a hacer la dichosa entrevista.

El lugar no me gustó, sentí una sensación bastante desagradable, como un mal presentimiento, qué se yo.

Sin embargo, en la entrada el trato fue exquisito: amabilidad, buenos modales, y prioridad para mi madre supuse por su condición de salud.

Hasta ahí todo bien. Hasta que en la ventanilla número 5 después de hacer varias preguntas, la funcionaria dijo:

“Lo siento mucho, pero usted no califica para este tipo de visado.”

Esta fue la segunda ocasión en que la Oficina de intereses de los Estados Unidos se le negó el visado a mi madre, que solo pudo decir – me voy a morir sin poder ver a mi hija –, palabras que me rompieron el corazón, pero no podía dejar ver a ninguno de ellos mi indignación. Así que puse mis manos en la silla de ruedas y conduje a mi madre fuera de aquel infierno.