Una Cuba más religiosa recibe a un papa revolucionario

Por Isaac Risco

Esperando al Papa. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES (dpa) — Olga Castañeda lleva varios días ensayando coros religiosos por las mañanas en la Plaza de la Revolución de La Habana, a pocos metros del célebre relieve del guerrillero Ernesto “Che” Guevara.

El domingo, la docente universitaria jubilada y católica practicante podrá por fin ver de nuevo a un papa de cerca en la explanada que ha sido durante décadas un símbolo del comunismo cubano. Francisco, el pontífice que rompe actualmente los moldes más conservadores del Vaticano, celebrará ese día una misa en la plaza.

Castañeda es parte del coro de unas 140 personas que acompañará el principal acto de masas del papa latinoamericano durante su visita de cuatro días a la isla. “Pienso que Cuba ha tenido suerte”, dice a dpa Castañeda, que tuvo que vivir su fe con discreción durante las primeras décadas de la Revolución, cuando el catolicismo no era bien visto en su país.

Pero la isla ha cambiado mucho desde entonces. Tres papas han visitado Cuba desde que Castañeda entró en 1998 al coro formado especialmente para recibir a Juan Pablo II. Para la visita de Benedicto XVI no estuvo en La Habana, pero ahora volverá a cantar para un papa, esta vez para el argentino Jorge Bergoglio.

El religioso jesuita llega mañana sábado a la isla como uno de los artífices del histórico acercamiento entre Cuba y Estados Unidos.

Pero Bergoglio es además un papa que ha revolucionado a la Iglesia desde el inicio de su pontificado con declaraciones tolerantes con los homosexuales (¿”Quién soy yo para juzgarlos?”) o comprensivas con el divorcio, así como por su identificación con los pobres. Gobiernos de izquierda como el de Cuba lo miran por eso con simpatía.

La isla es un país distinto al que recibió a Juan Pablo II en enero de 1998. La visita de Karol Wojtyla impulsó entonces la reconciliación con la Iglesia católica tras décadas de desencuentros.
La frase del papa polaco “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba” dio entonces la vuelta al globo.

Y la isla se ha abierto desde entonces. Desde 2008 Raúl Castro impulsa varias reformas económicas y la reanudación de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos es el giro más importante en medio siglo en la política exterior cubana.

Bendiciendo la venta. Foto: Juan Suárez

También la Iglesia se ha hecho desde hace años un espacio como interlocutora del gobierno. Como actor social, es la única institución reconocida que puede abordar asuntos de la proscrita oposición política. En 2010 el cardenal Jaime Ortega, el máximo representa eclesiástico en Cuba, medió por ejemplo con éxito para la liberación de decenas de presos políticos.

Las relaciones entre la Iglesia y la isla se habían resquebrajado después del triunfo de la revolución de 1959. Muchos sacerdotes tuvieron que dejar el país después de la nacionalización de las escuelas religiosas y la Iglesia cubana llegó a apoyar a los grupos que intentaban derrocar a Fidel Castro en sus convulsos primeros años en el poder.

“Ambas partes cometieron errores”, analiza hoy Lenier González, ex editor de la revista “Espacio Laical”, cercana a la Iglesia. Durante la visita de Benedicto XVI, Raúl Castro reconoció esos errores y atribuyó la responsabilidad en un 50 por ciento a cada parte, recuerda. El gobierno cubano defiende en tanto la libertad religiosa.

La fe ha empezado a florecer lentamente desde entonces. Hace pocos días, los feligreses celebraron en el populoso barrio de Centro Habana el día de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba. En la procesión cristiana se notaba también el sincretismo con los ritos de la “santería” cubana, un culto religioso de raíces africanas muy popular en la isla.

El Estado tiene ahora previsto devolver unos 80 templos católicos ocupados después de 1959, dice a dpa Orlando Márquez, director de la revista “Palabra Nueva” de la Arquidiócesis de La Habana. Varios de ellos ya le han sido entregados a la Iglesia. Por primera vez desde la Revolución se están construyendo también tres templos nuevos en el país.

La visita de Francisco genera ahora también expectativas de que sus palabras no sólo impulsen el diálogo con Estados Unidos, sino también el proceso de cambios y reformas en la propia isla.

“Quizá la visita del papa Francisco puede tener una implicación más directa en esos cambios”, dice Roberto Vega, que dirigió junto con Lenier González la revista “Espacio Laical”.

El analista católico cree que la figura de Francisco como un papa distinto y mucho más interesado por las “periferias” del poder puede llegar mejor al gobierno de Raúl Castro. Es un “discurso totalmente nuevo” que “Cuba podría asumir, sin que eso implicara renunciar a sus principios”, considera.

“Cada vez que viene un papa hay un entendimiento mejor”, confía también Castañeda en los días previos a la llegada de Francisco, mientras ensaya con su coro en la Plaza de la Revolución. “Creo que siempre deja algo”, dice.

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