Rivera no quiere que los cubanos voten en Estados Unidos ni que prosperen en Cuba

Por Dawn Gable

HAVANA TIMES — En agosto del año pasado, el representante David Rivera presentó dos propuestas legislativas que intentan modificar la Ley de Ajuste Cubano. De ser aprobadas las dos podrían, de forma combinada, impedir que los inmigrantes cubanos votaran o visitaran la Isla durante 10 años.

Actualmente los cubanos que llegan a tierra firme estadounidense son admitidos automáticamente en el país. Cuando cumplen el año y un día de permanecer en tierra norteamericana pueden solicitar la residencia permanente, y cinco años después pueden solicitar la ciudadanía, que llega junto con el derecho al voto.

Con el proyecto de ley HR2771, Rivera pretende que los cubanos tengan que esperar  cinco años para poder  recibir la residencia permanente, y por lo tanto diez años para la ciudadanía y los derechos al voto.

¿Por qué el representante Rivera quiere negar el derecho al voto a los inmigrantes cubanos? ¿No es precisamente  la falta de democracia en Cuba una de las razones por las que Estados Unidos les concede asilo?

Es muy sencillo. Los recién llegados no están de acuerdo con la actitud de Rivera con respecto a  Cuba, pero es muy probable que se establezcan en su distrito.

Las encuestas llevadas a cabo por La Universidad Internacional de la Florida han revelado que los cubanos que emigraron después de 1994 y los que tienen entre 18 y 44 años de edad están en contra del embargo,  a favor de un diálogo con el gobierno cubano, y consideran que todos los ciudadanos estadounidenses deberían tener libertad para viajar.

El segundo proyecto de ley, HR 2831, prohibiría viajar a Cuba, por cualquier motivo, a los inmigrantes cubanos que aún no han obtenido la ciudadanía. Los que violen la ley automáticamente perderían su condición especial y serían tratados como cualquier otro grupo de inmigrantes, lo que podría conducir a la negación del retorno o a la deportación en muchos casos.

La mayoría de los más de 400.000 cubanos que visitan a la isla cada año son recién llegados, y desean regresar a la Isla todos los años.

Muchos de ellos ayudan a los familiares que quedaron en Cuba a comenzar las pequeñas negocios privados que fueron autorizadas recientemente. Ellos asisten no solo con el envío de remesas, sino también con la entrega de suministros y equipos necesarios para estos negocios, que no están disponibles en el mercado cubano.

¿Por qué Rivera quiere impedir que los cubanos sean económicamente independientes del gobierno cubano? Nuevamente la respuesta es simple. Cualquier desarrollo económico que logre la Isla proporciona un alivio a la población y por lo tanto disminuye la presión sobre el gobierno.

La intención original del bloqueo era destruir  la economía y lograr que el pueblo fuera tan miserable que se rebelaría. Si los cubanos comienzan a prosperar, incluso por iniciativa propia, entonces el sueño de la extrema derecha de una insurrección violenta para derrocar “el régimen de los Castro” se hace menos probable.

Puede parecer sorprendente que alguien todavía se adhiere a esta línea de razonamiento, después de 50 años de fracasos.

Por supuesto, Rivera no admite que estas sean sus razones para proponer cambios a la Ley de Ajuste Cubano. Al contrario, en una brillante política de jujitsu, aceptó el argumento del gobierno cubano y de otros, que creen que el propósito de la ley es atraer a más personas a realizar viajes por mar en los que arriesgan sus vidas y ofrece publicidad y apoyo al discurso de EE.UU. con respecto a la situación de los cubanos.

Rivera sostiene que si los cubanos pueden regresar a Cuba sin miedo, entonces no son “refugiados” y no se les debe dar “asilo”. Entonces, ellos deben ser tratados como el resto de los inmigrantes.

Él tiene razón, pero su salida no tiene sentido. Su “solución” es obligar a los cubanos a comportarse como refugiados para poder ajustarse a la ley, en lugar de acabar con una ley que no se ajusta a la realidad.

Como los inmigrantes cubanos pueden viajar a Cuba sin temor, no son refugiados, y deben ser tratados como los  otros que llegan.

Rivera quiere tener su pastel y también comérsela. Él quiere mantener la percepción de que los cubanos son perseguidos cruelmente, pero no quiere que los que “escapen” puedan  votar en su contra, o interponerse en sus planes de incitar una revolución violenta.

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