Navidades cubanas, algo de pollo, galletas y mucho alcohol

Por Vicente Morín Aguado

El centro comercial Carlos III en visperas de nochebuena.

HAVANA TIMES – La red de tiendas en divisas, única que vende hoy con cierta liberalidad alimentos y bebidas a la población, mostró su crónico desabastecimiento en vísperas de la Navidad, en tanto la carne de cerdo liberada, opción solitaria del mercado por cuenta propia, alcanzó los 5 dólares el kilogramo. Solamente las bebidas alcohólicas mantuvieron su amplia oferta en moneda nacional y divisa convertible.

La gama de productos para asar, tradición de la cena familiar llamada  en Cuba Noche buena, (24 de diciembre) quedó limitada al pollo entero importado y las piernas y paletas de cerdo. Los ovinos, pescados y mariscos, así como la oferta vacuna, quedaron para personas capaces de abonar, por ejemplo, 11 dólares al cambio por un kilo, aproximadamente la mensualidad de un jubilado.

Los productos navideños para las personas que viven solo la libreta de racionamiento.

Deseosos de compartir con familiares y amigos, los cubanos se volcaron hacia lo posible, generándose largas filas para acceder a los cárnicos, sumándose este año otras aglomeraciones frente a los puntos de venta de galletas, dulces y confituras.

Conocida la falta de harina destinada al pan diario, la ansiedad se volcó sobre alimentos envasados de importación, como la gama que ofrecen la firma Nestlé y otras similares.

El capítulo de cervezas y rones acaparó la mayor parte de lo comercializado en vísperas de una celebración que solamente la reiterada presencia de tres pontífices en los últimos veinte años logró rescatar del proclamado ateísmo ejecutado a la orden por los hermanos Castro.

Algunos cristianos, católicos y de diversas denominaciones de origen protestante, coincidieron al afirmar que el Gobierno reconoció la Navidad, pero es el único que puede ofrecer con qué celebrarla.

La contradicción en el caso Cuba es que, si bien al ser un Estado Laico, la religiosidad queda a la voluntad de los creyentes, también el Estado detenta el monopolio sobre el mercado interno y externo, por tanto su acción determina las posibilidades reales de los consumidores, es decir, de la población toda.

La cola para recibir remesas.

Compartiendo otra larga fila frente a las oficinas de Western Union (WU), a la espera de las remesas imprescindibles, pudo escucharse: Nada de asombro, porque reconocieron la Navidad después de suprimirla, sin argumento alguno, hace cuarenta años, cuando paralizaron el país con el pretexto de los 10 millones de toneladas de azúcar que se quedaron en 8 y medio.

La otrora azucarera del mundo produce hoy escasamente un millón de toneladas anuales, estadística similar a cien años atrás.

Confirmando y a la par ampliando el anterior decir, varias personas en la paciente cola de la WU, recordaron: Así nos quitaron los carnavales habaneros durante dos años, también sin explicación, y hasta los reyes magos que tanto disfrutábamos padres e hijos.

Ya cerca de la hora de cerrar.

Sin haber creado un mundo nuevo, el sistema totalitario impuesto y permanente que se pretende eternizar constitucionalmente, barrió tradiciones centenarias bajo el pretexto de un ateísmo que no vino acompañado del paraíso terrenal tan prometido.

Eran las 6 y 30 de la tarde en el gran supermercado de Carlos III, los trabajadores contaban el dinero, presurosos por irse a casa. Aún era posible comprar algún comestible envasado, pero las colas habían desaparecido ante la letanía visual de los estantes. Todavía quedaba algún que otro persecutor de cervezas, nada más. 

 

 

Vicente Morín Aguado: Mardeleva287@gmail.com

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