En Cuba casi nada es considerado basura

Por Osmel Ramírez Álvarez

Foto: Elio Delgado Valdés

HAVANA TIMES — Hace poco, observando a un amigo hacer una limpieza profunda en su casa, fui testigo del conflicto entre él y su padre a la hora de botar la basura.

El temor a necesitar cualquier artículo defectuoso para reparar otro en el futuro y la incertidumbre de si mañana “la cosa” estuviese peor para encontrar algo, los torturaba. Finalmente, lo que tiraron al vertedero cabía en un saquito y todo lo reacomodaron, como un almacén de ociosos que pueden llegar a ser útiles.

Aquella experiencia me sugirió este post, porque en verdad este país es muy singular, fruto de la situación especial que hemos vivido. Considerar algo como “basura” no es tan fácil en verdad.

¿Acaso creen que las verduras y viandas que comienzan a descomponerse en los mercados se desperdician? –claro que no- antes de echarlas a los cerdos, parientes o amigos más pobres recuperan las partes menos podridas ¡Yo los he visto! Lo cual es muy peligroso,  porque muchas veces los agentes biológicos causantes de la putrefacción pueden ser patógenos digestivos en los seres humanos. Pero son tan caros esos alimentos que muchos se arriesgan.

Si un televisor ya está irremediablemente roto y se bota, otro lo recoge para venderlo a un técnico que lo desglosa y salva cablecitos y piececitas, para reparar otros. Por eso la mayoría de los arreglos son muy caros y duran poco.

Una portería con rieles del ferrocarril.  Foto: Osmel Ramírez.

Un refrigerador se oxida, se quema la máquina y se le poncha el congelador, y aun así no se puede botar; porque uno en la calle cuesta 10 mil pesos y en la shopping 20 mil (80 salarios mínimos de 250 pesos).

Un chapista repara el mueble con láminas de caballete de techos de zinc; un mecánico enrolla la máquina con alambre robado al Estado por obreros fabriles, entuba el congelador con tubos de cobre recuperados de calderas viejas y le echa el gas. Así se resuelve, carísimo, pero no tanto como comprarle uno nuevo al Estado.

Cuando retiran los rieles viejos y gastados de las vías férreas, la mayoría no van directo a la empresa de materias primas. Son vendidos por los obreros a la gente “para resolver” su salario insuficiente. Se usan para estructuras de cimentación y horcones de casas, para postes de cercados, bases de puentes rústicos, corrales de cerdos y corraletas de ganado vacuno.

Foto: Caridad

Las traviesas de las líneas férreas antes eran mayoritariamente de madera, y en las ciudades, en los 90, la gente con hacha en mano las destruían sacando astillas para cocinar. En Santiago de Cuba tuvieron que acelerar el cambio por traviesas de hormigón, porque en pocos años no hubiese quedado vía férrea. Allí hice mis estudios universitarios en esa época y lo presencié.

Pero las de hormigón no escapan de la depredación postcrisis. Se usan para zapatas de casas y corrales y se rompen para reutilizar el acero. Si tienen cabillas se destinan a nuevas fundiciones, si tienen alambrones, para aros de arquitrabe o fabricar clavos.

Los alambres de cerca o tendidos de tapaderos de tabaco también se usan en la fabricación casera de clavos. Imagínense si se pueden dejar en los campos sin cuidados. Hay que pagar guardias en tiempos de cosecha y retirarlos hasta la próxima, lo cual eleva el costo de producción de la hoja. Con pedazos de cabillas viejas se forjan clavos de errar caballos.

Un corral de cerdos utilizando rieles del ferrocarril. Foto: Osmel Ramírez

Con las esteras de goma que se desechan (o se roban nuevas) en las bandas transportadoras se hacen suelas de zapatos y gomas de bicicletas. Aquí se han especializado muchísimo en las gomas de bicicletas, de gran calidad, 10 veces más duraderas que las que venden el Estado; y se comercializan por todo el país, furtivamente.

En Mayarí desde que cerró la fábrica de níquel de Nicaro ya no se consiguen las bandas transportadoras como antes y por eso el liderazgo productivo pasó a Moa. Los diseños parecen originales.

La lista es interminable, pero no puede faltar un ejemplo tan célebre como el papel higiénico alternativo o “periódico Granma” como también se le conoce. Gracias a este uso su lectura se ha generalizado, y muchos creen que los rollos del verdadero papel higiénico están siempre escasos y son tan caros (solo al alcance de quien gane por encima de 10 salarios promedio) intencionalmente, porque descubrieron que solo así el diario se lee al nivel deseado.

Foto: Alejandro Arce

Tal vez luzca prosaico, pero debo decirlo: al menos la mitad de la población cubana nunca ha accedido al papel higiénico verdadero y ni siquiera saben usarlo, pues lo encuentran peligrosamente blando; temen un accidente indeseado ya que están adaptados a la dureza del periódico y es hasta posible que hayamos desarrollado la adaptación de no padecer alergias por la tinta.

En semejante situación de escasez y precios de boutique con respecto al salario en productos vitales, ¿será fácil decidir qué es basura? -Ya vemos claramente que no.Lo increíble es que con este reciclaje masivo y forzado por la pobreza, aún la empresa del Estado tenga tantos problemas para recoger los residuos sólidos en nuestras ciudades. Visto así, la ineficacia es muchísimo mayor.

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