El negocio millonario de las importaciónes a Cuba

Fernando Ravsberg

HAVANA TIMES – Un periódico español informa que decenas de miles de cubanos viajan cada año a Guyana para “importar” productos por valor de US $145 millones. El tráfico es tal que una aerolínea caribeña decidió establecer una ruta entre los dos países.

Es difícil confirmar la exactitud de esa cifra, pero el presidente de Fly Jamaica, Ronald Reece, nos da una pista al afirmar que inician los vuelos porque “hay muchos cubanos que vienen a comprar aquí. Guyana es uno de los pocos lugares donde pueden hacerlo sin una visa”.

El dinero que esos “importadores” gastan en Guyana no son pesos convertibles y mucho menos pesos cubanos. Para comprar en aquel país se necesita llegar con moneda dura, son dólares o euros que salen, de una u otra forma, de la economía nacional.

Otro tanto ocurre con Rusia, donde la afluencia de compradores de la Isla es tal que en algunos mercados hay carteles en español dirigidos específicamente a los cubanos. Existe además una red de hostales para hospedarse y otra de transporte hacia los mercados.

Las aerolíneas mexicanas han intentado limitar, sin mucho éxito, la cantidad de bultos y el peso de estos. Finalmente se establecen dos colas una para los que vienen con una maleta y la otra para los que traen aires acondicionados, televisores o piezas automotrices.

En las calles de la zona franca de Panamá se escucha constantemente de la Isla, y en las tiendas más importantes los cubanos tienen personal exclusivamente dedicado a ellos, vendedores que conocen a la perfección las reglas de la aduana de Cuba.

Las empresas encargadas de enviar contenedores desde Panamá a Cuba tienen grandes espacios con balanzas, para que los cubanos reenvasen lo que compraron hasta alcanzar decenas de paquetes con el peso máximo tolerado para no pagar impuestos al entrar a su país.

Hace un par de años ya, el gerente de la zona franca de Colón, en Panamá, Manuel Grimaldo, revelaba un dato sorprendente: “Ese mercado cubano de a pie que viene a Panamá representa actualmente unos US$100 millones solo en compras dentro de la Zona”.

También a Haití viajan desde Cuba miles de personas en busca de mercancías y allí son esperados por los mercaderes con los brazos abiertos. Crearon incluso hostales para los compradores cubanos, donde el hospedaje diario con desayuno cuesta apenas US $10.

Entre Panamá y Guyana los cubanos se gastan unos $250 millones cada año, si les sumamos Haití, Rusia y México podríamos hablar de $600 millones. Esa sería la fabulosa cifra que sale de Cuba en los bolsillos de decenas de miles de personas, dedicadas a importar porcuenta propia.

En la Isla esos productos no se venden en dólares, sino en pesos, por lo cual se necesita volver a conseguir divisas dentro del país para comprar en el siguiente viaje. En pocas palabras, cada año salen cientos de millones en moneda dura, para beneficio de los comerciantes de otras naciones.

EE.UU. es parte de otra ecuación, el negocio del contrabando funciona ligado a las remesas familiares. Gran parte de los dólares que los emigrados envían se utilizan para comprar mercancías en Miami, cuya venta en la Isla produce los CUC necesarios para pagar a los familiares.

La mayor parte de la mercancía entra como contrabando, sin pagar impuestos al Estado, sea porque los importadores conocen al detalle las reglas de la Aduana y las utilizan a su favor o porque conocen a alguien de la aduana que “trabaja” a su favor.

Quien sostiene y alimenta este comercio es, sin duda, el Estado, con la escasez crónica de productos, el impuesto del 240% que se les aplica para la venta, la mala calidad de las mercancías importadas, la poca variedad, e incluso, el mal gusto de muchas de ellas.

Las importadoras cubanas han sido casi siempre nido de corrupción, cada cierto tiempo los directivos salen esposados de sus oficinas. Algunos exempleados reconocen haber cobrado decenas de miles de dólares en comisiones o viajes de turismo a cambio de firmar contratos.

El país necesita ordenar su comercio interno para que el grueso de las divisas se quede en la economía nacional. Ya sabemos que los particulares son más eficientes a la hora de importar, entre otras cosas, porque antes de comprar hacen un estudio del mercado.

Los hay incluso que venden por catálogo y de esa forma tienen toda la mercancía colocada antes de poner un pie fuera de Cuba. Piden por email los productos y viajan a recogerlos cuando tienen un volumen que les permita costear gastos y obtener ganancias.

Hasta ahora la represión y la restricción no han logrado frenar ese comercio y difícilmente podrán mientras persistan necesidades de consumo insatisfechas. Si las autoridades se proponen lograr un resultado distinto harían bien en idear soluciones diferentes.

Entre Panamá y Guyana los cubanos se gastan unos $250 millones cada año, si les sumamos Haití, Rusia y México podríamos hablar de $600 millones. Esa sería la fabulosa cifra que sale de Cuba en los bolsillos de decenas de miles de personas.

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