El canal de Nicaragua visto desde Cuba

Un futuro luminoso para el Lago Cocibolca

ilustración por Onel

 

Irina Echarry

HAVANA TIMES — Desde hace días me llegan comentarios sobre protestas en Nicaragua que, por malintencionados, me resultan sospechosos. Como sé que los dirigentes de esta isla sienten adoración por Daniel Ortega —con frecuencia hay elogios y homenajes hacia su persona y su gestión como presidente—, me dispuse a hacer una búsqueda de noticias o artículos de opinión publicados en Cuba sobre el Gran Canal Interoceánico de Nicaragua. No pretendía despejar dudas, sino reafirmar mi confianza en nuestra prensa.

Telesur, Granma, Cubadebate y el Noticiero Nacional de Televisión, informaron con beneplácito el inicio de las obras del Canal en diciembre pasado.

Unos meses antes, la prensa plana nos había comunicado la ruta que seguiría este mega proyecto, las bondades que traería y la total aprobación del gobierno nica. El 8 de julio de 2014 supimos por Granma que “la compañera Rosario Murillo, Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, dijo: los nicaragüenses buscamos una mayor justicia social mediante el desarrollo de la economía, por una ruta que no le hace daño a nadie, por el contrario, ayuda a la prosperidad de nuestros hermanos de otros países”.

El diario del PCC reprodujo palabras del todo poderoso empresario chino a cargo del proyecto: “Aclaró Wang que ese Canal influirá en el futuro de cada familia nicaragüense, y reiteró su compromiso con el respeto al medio ambiente, los recursos hídricos, las tierras y de la biodiversidad de la región, por lo que ninguna persona será afectada por este Canal”.

La redacción digital de Granma, el 23 de diciembre, se refirió a las palabras de Ortega: Para el presidente Daniel Ortega, la obra cumple con las aspiraciones del héroe nicaragüense Augusto C. Sandino, expresadas hace 85 años, y es un proyecto latinoamericano, desarrollado cuando la región ha “logrado dar un salto histórico hacia la integración y la unidad”.

Cubadebate, también se hizo eco del empresario: “Desde el punto de vista histórico es imperativo desarrollar y construir un canal trans-oceánico más amplio, más profundo, que permita mayores cargas y beneficios”.

Daniel Ortega y el empresario chino Wang Jing.  Foto: www.el19digital.com

Y así comienza el escrito de René Tamayo publicado en Juventud Rebelde, en agosto del pasado año: Más largo, más ancho, más profundo”; comparando al futuro canal nicaragüense con el de Panamá. Luego nos recuerda que “Cuba, con la Zona Especial de Desarrollo Mariel y el reciente acuerdo con China para el proyecto de construcción de la terminal multipropósito en el Puerto de Santiago de Cuba, se está preparando firmemente para el nuevo escenario”.

El periodista menciona algunos inconvenientes: se trata de una zona de gran biodiversidad, con territorios indígenas y áreas protegidas de relevancia internacional pero aclara que, aunque habrá algunos daños inevitables, “para cada una de las vulnerabilidades, la compañía china ha preparado un plan de contingencia y mitigación”. Menciona las “esclusas con instalaciones para el ahorro de recursos hídricos”; nos anuncia que la empresa china asegura que el canal “no causará cambios significativos del nivel del Lago de Nicaragua, que básicamente mantendrá la condición actual, ni afectará la oferta de agua para uso productivo o doméstico de los habitantes de la cuenca”. Se supone que con la construcción del canal se formará un lago artificial que se desarrollará como centro de ecología, turismo y acuicultura. Además, el material excavado podrá ser utilizado como tierras agrícolas de alta calidad. La incertidumbre de Tamayo radica en el tiempo de ejecución de las obras. Y su mayor entusiasmo es que la nación nica tiene claro cuál es su rol, por eso no hizo falta un referéndum antes de crear, además de la ley, una Autoridad para el Gran Canal.

Ruvislei González Sáez, del Centro de Investigaciones de Política Internacional de Cuba, en un artículo publicado en El economista de Cuba, hace un análisis sobre la trascendencia económica que tendría el Canal, también ensalza sus beneficios geoestratégicos y se deshace en elogios y datos sobre los puertos más grandes de Asia Pacífico. Brinda, además, información sobre la importancia del Canal en cuanto al flujo de barcos cada vez más grandes y potentes. De los posibles desastres naturales, asegura que no hay peligro con los volcanes pues se encuentran alejados de la zona y, a pesar de que Nicaragua es proclive a los movimientos sísmicos, estos no son de gran intensidad. Según este investigador, el Canal beneficiaría a diferentes países: China, Rusia, Irán, Brasil, Japón, Corea del Sur, etc., y perjudicaría a EE.UU. que hasta ahora tiene el monopolio del tráfico marítimo en la región; sugiere que por eso el imperio utiliza a Costa Rica (país fronterizo con Nicaragua) para tratar de impedir el proyecto.

La periodista Lídice Valenzuela, en un artículo publicado en Cubahora: Un canal para abrir dos canales, enuncia de manera impersonal que hay “preocupaciones sobre el eventual daño al medio ambiente que constituiría la construcción del mega proyecto Gran Canal Interoceánico de Nicaragua”, pero la empresa china y el gobierno de Daniel Ortega “han prometido que la protección sería absoluta”. Expone sus ventajas: “De acuerdo con los planes presentados públicamente, el nuevo Canal traerá mejores habilidades al comercio mundial que el de Panamá. Poseerá 278 kilómetros de longitud, entre 230 y 520 metros de ancho y 30 metros de profundidad. Esto incluye un tramo de 105 kilómetros que pasan por el Gran Lago de Nicaragua. Por sus aguas atravesarán buques de hasta 250 000 toneladas, en una profundidad de 22 metros, mientras que el panameño solo posee 12,5 metros”. Luego se retrotrae cinco siglos y explica el tiempo que llevan los nicas añorando su Canal.

Telémaco Talavera (d), vocero oficial del Canal Interoceánico y asesor del presidente Ortega en la Mesa Redonda.  Foto: cubadebate.cu

El pasado 9 de febrero, por si alguien seguía con dudas, la Mesa Redonda tuvo por título: Nicaragua, su canal, su vida; el invitado fue Telémaco Talavera, vocero oficial del Canal Interoceánico y asesor del presidente Ortega. Impresionantes imágenes de lo que será la obra ya terminada y en funcionamiento reafirmaron la frase conocida: una imagen vale más que mil palabras. A pesar de eso, Talavera, con aire seguro y rebosando optimismo explicó que este proyecto no generará contaminación ambiental, garantizará alrededor de 113 mil empleos directos y una nueva ciudad de 140 mil habitantes. Según él, Nicaragua es el país con menos criminalidad de Centroamérica, lo que favorece el turismo. Dejó claro que el Canal es un medio, no un fin, para desarrollar varios ámbitos; el gobierno pretende que Nicaragua se convierta en referencia de vida digna. Los que se oponen a la construcción del Canal “quieren que el país continúe en la pobreza; pero la concepción del actual gobierno es Crecer para seguir restituyendo derechos, y avanzar dinámicamente en la transformación del país con una visión integral del desarrollo”.

Desde hace un tiempo a los hogares cubanos llega Telesur para actualizarnos sobre las luchas de resistencia en el continente, muchas protagonizadas por campesinos enfrentados a las mineras, las petroleras o a la expropiación de tierras. Esta cadena multinacional también denuncia a las nocivas transnacionales, interesadas solo en aumentar su capital; alerta sobre el peligro del fracking y cómo EE.UU. lo utiliza para desestabilizar a países progresistas como Rusia, Venezuela, Irán, etc. ¿El fracking de Argentina? No, ese no lo mencionan, así que no habrá de qué preocuparse. Entonces, si Telesur no ha dado cobertura a ninguna protesta campesina en Nicaragua, ¿será que nada ha sucedido?

En todos los artículos que leí no encontré ninguna razón para que Costa Rica se preocupe porque el lago Cocibolca tiene las aguas que alimentan el rio San Juan, afluente del Rio Colorado, que es costarricense y abastece de agua potable. Algo anda mal ahí, es evidente que ese país se está dejando manipular.

Después de hurgar en la prensa cubana y ver Telesur, no puedo menos que esperar con ansias la culminación de las obras del Canal, convencida de que nuestro puerto de Mariel será un enclave fundamental para ayudar a que la hermana nación China siga instalándose en el continente y el progreso no se limite solo a la tierra nica.

Que el Canal se haga en Nicaragua, país que ha decidido tomar el rumbo de la solidaridad, podría ser muy factible. Nuestros pueblos agradecerán una vía más segura por donde transportar azúcar, armamento u otros artículos necesarios a espaldas de los medios; esto evitaría que algún gobierno injerencista exija explicaciones.

Aunque pensándolo bien, Cuba pudiera retomar el proyecto del Canal Vía-Cuba; claro, aquella idea de 1954 —cuya ruta comenzaba cerca de la ciudad de Cárdenas y atravesaba la provincia de Matanzas hasta desembocar por la Ciénaga de Zapata— “era una maniobra pro yanqui y anticubana que dividía al país”. Hoy en día, las condiciones geoestratégicas han cambiado, las garras del malvado vecino del norte quedarían fuera del pastel y, quién sabe, si los mismos socios chinos acudirían solidarios a comer de él. En aquel momento el pueblo de Cárdenas se movilizó e impidió que se realizara, pero ahora estoy segura de que nuestra prensa sería muy persuasiva sobre las futuras ventajas de tal proyecto.

Comparto la irreverencia hacia los poderosos, hacia quienes pretenden dirigir y controlar la vida de los demás y utilizan a otros para lograr sus propósitos. Me alegra mucho que los nicas no hayan implicado a los EE.UU sino a una transnacional asiática que, por suerte, se quedará con casi la mitad de los ingresos y tendrá el timón durante 100 años. Este proyecto cambiará completamente la historia del continente americano; nuestros héroes tendrán los ojos rasgados. El país más contaminado del planeta buscará la solución mágica y logrará que el Canal provoque el menor daño posible a los ecosistemas de la zona; para eso paga a una empresa británica por un estudio de impacto ambiental, no es necesario que los científicos nicaragüenses se involucren. Wang Jing anunció que los resultados se sabrán a finales del primer trimestre de 2015 ¿qué importa si ya las obras comenzaron hace unos meses?

Qué gusto me da que Cuba, un país de izquierda, solidarizado con las causas justas, y comprometido con el cuidado de la naturaleza no acompañe esta vez a los campesinos que sufrirán desalojo, a los pescadores que viven del Cocibolca. Cuba defiende el crecimiento a toda costa y el desarrollo excesivo del comercio mundial porque no cree en el engañoso cuento del agotamiento de los recursos naturales; por ese Canal podrán pasar los superpetroleros de carga más potentes que pueden transportar hasta 18 mil contenedores.

Cuánto me satisface que la Isla no le dé voz al poeta Ernesto Cardenal cuando plantea en La monstrosidad del canal, que el archipiélago de Solentiname puede desaparecer, o al presidente de la Academia de Ciencias de Nicaragua; ellos solo enarbolan la bandera de la protección ecológica para frenar el desarrollo. ¿Qué importancia puede tener que se salinice el agua del lago y se extingan dos o tres especies marinas como el tiburón de agua dulce (carcharhinus nicaragüenses) y el cocodrilo Achucus, el mayor saurio de América central? ¿O que haya un pequeño derrame de petróleo o aceite, que la arcilla del fondo del lago se revuelva y perjudique el agua potable de la que beben miles de habitantes de las laderas del lago, las islas o lugares cercanos? ¿Cuánto debiera interesarnos que dos o tres etnias que nadie conoce la pasen un poco mal? Cuando se trata del Gran Capital y la consolidación de una Alianza no se puede estar pensando tanto en los humedales, la selva tropical o los intereses de la nación.

Cuba comprende que esas nimiedades se opacan frente a una obra de tal magnitud. El Gran Canal Interoceánico de Nicaragua traerá prosperidad a la zona; más que dividir a Nicaragua, la duplicará, en pos de la unidad de la patria grande con la potencia socialista que es China.

 

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