Cuba profunda, crimen organizado… y tolerado

Por Repatriado

La lotería cubana. Foto: habanalinda.info.un

HAVANA TIMES – Una moderna moto eléctrica recorre el barrio a la misma hora cada mañana, conducida por una preciosa joven de unos 30 años. Usa ropa deportiva de las mejores marcas, extensiones de cabello hasta la cintura, larguísimas y afiladas uñas postizas, varias cadenas de oro y un pulso de Yemayá en la muñeca izquierda. Adorna su cara medio kilo de maquillaje y una satisfecha y perenne sonrisa.

Cada poco se detiene y entra a alguna casa un par de minutos, en otras ocasiones alguien la está esperando en la acera con un paquetico bien envuelto que ella introduce en su rosada mochila marca Adidas. Es muy educada la muchacha y siempre agradece con algún comentario jocoso. Está feliz con su trabajo. No se esconde ni es discreta en su labor, la disfruta y la luce como un adorno más de su sobrecargado atuendo. Ella trabaja para un “banquero”.

Los tipos que habitan en la esquina y que entre trago y trago de mal ron piropean a toda mujer entre los 13 y los 63, con la chica de la moto no se meten. Los he visto lanzarse a la calle con gran aspaviento y guapería deteniendo el tráfico para que la moto pase como levitando, todos la quieren, todos la respetan.

En este barrio, donde llevar una cadena de oro es una invitación al asalto a punta de cuchillo, donde el alcohol, el dominó, las palomas y los perros de pelea son constante motivo de violentas broncas, es llamativa la facilidad con que la muchacha pasea, sola y con miles de dólares amontonados en su mochila.

A ninguno de los sospechosos habituales, con largos prontuarios delictivos, se les ha ocurrido jamás asaltarla y quitarle el dinero, una suma que ninguno de ellos verá en su vida.

Su recorrido matutino no es más que la recogida de la recaudación del día anterior de las miles de apuestas diarias en la ilegal lotería cubana, digo ilegal, porque no está legalizada, pero sin duda nadie la persigue, pues se hacen las apuestas a plena luz del día y todo el mundo sabe dónde.

Es habitual escuchar comentarios de qué números salieron, a qué números se le apostaron, quién ganó cuál premio o quién está endeudado hasta las trancas. La inmensa mayoría de los jugadores son personas corrientes que destinan cada día entre 1 y 10 CUP a apostar, pero hay jugadores profesionales que llevan cabalísticos y complejos cálculos con más fe que raciocinio, y están los que de manera obsesiva buscan señales cotidianas que les diga a qué apostar. Si ven un perro un poco raro, apuestan al 15, si salta un gato al 4, si ese día tienen que ir al médico al 26, si un policía los detiene para pedirles los documentos de identidad, el 50.

Los 100 números que componen la lotería cubana están asociados a animales, sucesos, vegetales o cosas, los más conservadores aún se acuestan al medio día no para disfrutar de una siesta, sino para escudriñar en sus sueños las señales del más allá y apostar en consecuencia.

Un constante ir y venir de personas señala los lugares donde se depositan las apuestas, estas se recogen por un “apuntador” o “bolitero”, quien para más eficiencia tiene ayudantes que brindan servicio a domicilio. Tanto las apuestas como el dinero son recogidos diariamente, en este caso por la chica de la moto, y llevados al “banco”, donde el banquero y sus empleados organizan, reparten premios y distribuyen ganancias.

Se cuenta que una vez alguien no pudo pagar sus deudas, así que los “asistentes” del banquero se lo llevaron a un monte donde lo ataron a un árbol y lo apuñalaron y cortaron, un médico los acompañaba para curar al deudor, quien pasó la noche atado. Al otro día regresaron “asistentes” y médico a repetir la operación, puñaladas y cortadas varias bajo atención facultativa. Esa tortura se repitió una semana, según algunos, hasta que murió, según otros, hasta que la familia pagó la deuda.

Esa historia puede ser leyenda, no lo sé, pero es efectiva en cuanto nadie duda que sea posible y la mejor prueba es ver, cada mañana y a la misma hora, a la bella muchacha amontonar en su mochila más dinero del que ganará en su vida cualquiera de los miles de trabajadores pobres que viven entretenidos, esperanzados y chantajeados, jugándose ilegalmente sus pocos pesitos.

No parece una actividad muy digna del hombre nuevo socialista, pero a los hombres viejos que nos gobiernan les debe parecer tolerable, y no les debe disgustar mantener al pueblo entretenido, esperanzado y chantajeado jugándose ilegalmente sus poco pesitos.

El 26 de noviembre de 2016 se marcó record de apuestas, la inmensa mayoría apostó al 1, al 64 y al 91, traduciendo los números sería, Caballo, Muerto Grande, Comunista, otros incluyeron el 45 y el 14, Presidente y Cementerio. ¿Adivinan qué había pasado el día anterior?

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