Por Irina Echarry, fotos: Erasmo Calzadilla
En su encuentro de marzo el tema fue Creadoras y empleo: el arte de la conciliación, donde un grupo de mujeres creadoras expuso sus historias de vida en las que cada una explicó sus estrategias para combinar el trabajo creativo y el doméstico; la realización profesional y la familiar.
El panel estuvo integrado por las realizadoras Marilyn Solaya y Magda González Grau; Teresa Lara, investigadora y demógrafa; y la escritora Laidi Fernández de Juan, con Danae C. Diéguez como moderadora.
Según Lara es en la familia donde se encuentran las mayores inequidades de género. En varias investigaciones se ha demostrado que las mujeres trabajan más que los hombres, dedican más de la mitad de su tiempo a trabajar.
La investigadora mencionó que por estudios nacionales e internacionales se puede inferir que las artistas no escapan a esa dinámica, tienen la misma carga doméstica que el resto de las mujeres, incluso si realizan el trabajo creativo en la casa.
Y añadió: “el 50 por ciento de la población mundial son mujeres y llevan la carga del otro 50 por ciento”, a la vez que sugería: “Se necesita una conciliación, hay una voluntad política en función de garantizar que la mujer se incorpore al ámbito público, sin embargo en el hogar hay ataduras”.
Para Teresa Lara la mujer está fragmentada, no es la misma mujer cuando llega a la casa, aplaza sus deseos, sus necesidades de satisfacción en aras de lograr el bienestar familiar.
NO HAY LA MENOR CONCIENCIA
La realizadora declaró que ella no ha podido lograr esa conciliación porque “no hay la menor conciencia de que las mujeres tenemos otra jornada laboral” y a veces se ha sorprendido en la disyuntiva: cocinar o trabajar.
Cuando renunció a seguir dirigiendo se arrepentía de haber desatendido cosas prioritarias. “Aunque existan leyes que favorezcan a la mujer falta el apoyo institucional. Por ejemplo ahora la ley aprueba que la mujer creadora tenga derecho a la licencia. No hay problemas en la legislación, sino en la implementación”.
Una mirada desde lo personal hizo la escritora Laidi Fernández de Juan, quien confesó: “No me di cuenta de la curiosidad que despertaba la vida doméstica hasta que comenzaron a preguntar. La responsabilidad ocupa el primer lugar en mi tabla de valores. Me levanto a la 5 de la mañana, pero es para poner los chícharos en la olla”.
Laidi además ejerce como médico, una profesión muy exigente y dijo no estar dispuesta a escamotear para la creación el tiempo que demandan sus hijos. Habló de la edad sándwich (en la que se encuentra) donde la mujer se dedica al cuidado de los hijos y al cuidado de los padres, “condición altamente desgastante, que nos la impone la sociedad y nosotras asumimos”.
PURE MAGIC
Marilyn Solaya, la directora del documental En el sexo equivocado, contó que no sabe cómo combina las cosas, es pura magia. Tiene una niña de 9 años y un niño de 6, está sola en la Habana, su familia vive en otra provincia.
Como el cuidado de los hijos le ocupa todo el tiempo y casi todas las neuronas durante el día, tiene que trabajar de noche. Aunque ha encontrado un “mecanismo extraño”: mientras realiza el trabajo doméstico piensa en su proyecto de película.
Muy pronto se dio cuenta de que cine, hijos y marido son incompatibles y decidió que algo sobraba: “Mis hijos están primero y el cine es mi pasión”. Marilyn es la proveedora de su casa, desde el 2008 trabaja para el ICAIC y no le pagan un salario fijo.
Dice que “a nadie se le ocurre pensar que una mujer que vive sola necesita ayuda”. La cineasta cree que el Estado debería considerar que la pensión alimenticia que aportan los padres es insuficiente, con ese dinero ningún niño adquiere lo básico.
“Los apoyos institucionales a las mujeres en estos momentos son obsoletos. Cumplieron una función importante cuando triunfó la revolución, pero hoy la realidad es otra”.
Ella disfruta mucho de sus hijos, de su vida, “hasta que a nosotras no nos paguen todo lo que trabajamos no hay nada que hacer. No creo que exista una voluntad de que nosotras recibamos el pago de todo lo que aportamos”.
CONCILIACIÓN
El público hizo preguntas a las panelistas y hubo otras intervenciones para sugerir o felicitar la elección del tema.
Algunas observaciones giraron en torno al término conciliación que condiciona en sí mismo los roles domésticos, si hay que conciliar se trata de que la mujer siga con la carga familiar. La sicóloga Lourdes Fernández propuso desplazar la mirada hacia el término co-responsabilidad y expresó su preocupación por los costos subjetivos, familiares, sociales.
Una de las coordinadoras del espacio llamó la atención sobre un tema actual y candente, dejar de subvencionar la cultura o no. A partir de los recortes que se hacen ahora en la economía “¿cómo quedan las mujeres que ya de por sí tienen menos acceso a las instituciones, son menos remuneradas? ¿Qué pasaría si se asume el arte y la cultura con una idea economizante?”
A pesar de las historias transgresoras da cada una de las participantes, la acentuación de los estereotipos femeninos no faltó en la sala, todas en algún momento dejaron claro si sus casas estaban limpias o si les gusta planchar.
Aunque es un espacio concebido para pensar en y desde la mujer, las invitadas son todas mujeres que sobresalen en su vida profesional, por lo que sería saludable para el diálogo la opinión de otras féminas con menos suerte para que exista un equilibrio en el discurso y no se polarice.
Y sobre todo faltó la voz de algún hombre, que aunque no había ninguno en el panel, los del público no se animaron a hablar.
El encuentro abogó por una mirada a las necesidades de la mujer, de las madres que “son las que garantizan el desarrollo social”.
Revalorizar la familia como núcleo importante para el futuro, identificar las responsabilidades dentro de ella. Defender que debe haber políticas especiales para la mujer porque, sin cuestionar el talento, ya de por sí están en desventajas.
Fue una oportunidad para escuchar a estudiosas e intentar pensar la cultura desde un enfoque de género.
El segundo jueves de abril el tema será Nuevas tecnologías y Feminismo.
El espacio se realiza en la sala Villena de la UNEAC (esquina de 17 y H, Vedado), a las 3 y 30 de la tarde.
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