Residencial Del Mar

Osmel Almaguer

Playa cubana, photo: Caridad

Cuando tenía seis años mis padres y yo nos hospedamos en una villa militar de descanso que ya no existe.  Su nombre era Residencial del Mar.

Fue la última vez que pude estar en algo parecido a un hotel. Mis padres estaban jóvenes, mis tíos, que nos acompañaban, también. Había mucha alegría y pocas trabas, toda la comida que necesitábamos, bebidas, piscina, restaurante y sala de juegos.

Nada que no tengan otros lugares como estos, pero suficiente como para que yo pasara una semana que nunca olvidaría, más aún cuando no se ha vuelto a repetir.

No es que vacacionar en un hotel sea una premisa existencial para mí, debido quizás a mi propia imposibilidad, es que hacerlo es algo necesario para desalienarme de la vida cotidiana.

Es cierto que existen otras formas de hacerlo, pero esas  también se han convertido en algo difícil, por la falta de dinero, la carestía de las cosas y la degradación que en materia de servicios sufre nuestra sociedad.

Pero lo que pasa con los hoteles es algo más serio, pues además de no poder disfrutar de ellos, hay una serie de prohibiciones como no tener derecho a viajar al extranjero (solo músicos, deportistas, empresarios, etc., es decir, nada de turismo) no poder comprar un auto libremente (solo asignado por algún organismo) y las trabas para poder vender lo que es de nuestra propiedad, (como una casa, un auto, etc.).

Desde el comienzo Período Especial, y hasta hace poco, que dictaron una ley permitiendo el acceso libre de cubanos a los hoteles de turismo, ni siquiera eso podíamos hacer. Creo que cualquiera sentiría complejo ante tantas limitaciones, al menos, he escuchado mucho por la calle frases como: ¿Y por qué ellos sí y nosotros no? Aunque a nadie le molesta la estancia de los turistas, al contrario, he visto entablar muy buenas relaciones entre visitantes y anfitriones.

Amén de que el impedimento formal ha desaparecido, aún nos resulta imposible acceder a los servicios hoteleros, pues el costo de una noche, como promedio, ronda los 80 o 100 CUC, o sea, 10 salarios mínimos.

Antes, cuando estaba penalizada la estancia de cubanos en los hoteles, el gobierno garantizaba, por concepto de luna de miel, algunos días en instalaciones de mediana categoría, así como casas de descanso en la playa para trabajadores destacados. Ahora, la primera opción fue eliminada, y la segunda, está en vías de desaparición.

Y me pregunto: ¿cuando llegarán los tiempos en que al menos podremos entrar a un Residencial del Mar?

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