No violencia

Regina Cano

Tuve la suerte de saber a tiempo que el 2 de Octubre pasado, se homenajeo por primera vez en Cuba, Ciudad de La Habana, “el día de la no violencia.”

Esta fecha fue reconocida en el mundo desde el 2000 y como sucede en ocasiones, nosotros los cubanos no nos enteramos a tiempo.

Este día cumple aniversario de nacimiento Mahatma Ghandi y se señala con esta, uno de los empeños de este gran hombre.

La casualidad puso en manos de la escritora Verónica Pérez Vega, una revista donde esto se menciona y se dispuso a aunar a un grupo de personas sensibles al tema.

Así fue iniciada la intención junto a sus amigos y compañeros de “AHIMSA”, conjuntamente con el colectivo Haydee Santamaría y el proyecto “El Guardabosque”, ambos afiliados a la red Observatorio Critico, quienes concretaron un encuentro en la Casa de la Cultura del citadino barrio del Vedado.

A AHIMSA, como se nombró al evento, fueron invitados  Gabriel Calaforra y Pimentel; profesores de Lenguas y Cultura Oriental uno y de Yoga el otro; así como a ecologistas, gentes a favor de los animales y quienes defienden el derecho de las personas obesas con sus danzas, artistas plásticos que brindaron sus obras para una exposición alegórica, activistas de izquierda, periodistas, poetas, gentes de teatro; en fin; personas que fueron dejando su huella tanto espiritual como de pensamiento crítico por esta primera vez.

Todo un selecto grupo que visibiliza un por ciento de la población que vive, piensa y siente de manera diferente, ocultos entre la gran ¨masividad¨.

Y es que este pequeño evento nos asistió con mucha esperanza, porque al igual que en otras partes del planeta, la violencia marca nuestras vidas, tal vez por los cortos recursos y el hacinamiento.

Hechos multitud vivimos cada acto diario: montar en el transporte público, comprar los alimentos, adquirir un sello postal, llamar en un teléfono público o consultarse con un médico. Todos estos actos que se convierten en presiones que te violentan más frecuentemente de lo que se quisiera y se evidencia en nuestra manera de hablar, caminar y hasta bailar.

Somos cada vez más un pueblo sin la paz interior necesaria para hallar el camino de cómo solucionar nuestros propios problemas, comenzando por el ámbito personal y familiar.

Supongo que para invertir la parábola y hacer un cambio de 180 grados se necesite un largo proceso de re aprendizaje, lo cual suena muy loco aplicado a todo un pueblo y casi imposible, pero les aseguro gentes que practicar la no violencia pudiera ser el principio y un gran cambio en la vida de todos, incluso en la de ustedes.

Por esta razón creo importante lo sucedido este 2 de octubre y  su continuidad en el tiempo, lo cual espero se siga logrando como se pretende; reuniendo en ellos toda la buena intención de cambio por un fin que nos permitirá una vida mejor.