El Efecto Miami

Por Alfredo Fernández Rodríguez

Pocas ciudades extranjeras tienen una importancia tan vital en el imaginario de otro país como la ciudad de Miami para Cuba.

Siempre  tratada hostilmente por los medios de prensa oficiales y a menudo idealizada por el cubano de a pie, Miami es hoy para muchos cubanos de la isla lo más cercano a la Cuba soñada.

Ciudad imposible de pensarse sin el aura de amor-odio que la rodea. Los cubanos han visto marchar hacia allí,  familiares, amigos, amores o artistas de su preferencia.

De manera que Miami no solo es el reservorio de la mafia anticubana según la versión oficial, sino también el mayor establecimiento de la cultura cubana en ultramar.

Contribuyente al imaginario isleño con sus programas de televisión donde los cubanos residentes en la isla han retomado el contacto con artistas emigrados como Alexis Valdés, Carlos Otero, Jorge Alí  y Susana Pérez; músicos como Pancho Céspedes, Isaac Delgado, Albita Rodríguez, Amaury Gutiérrez y Carlos Manuel; la poesía de José Kozer y Lorenzo García Vega; o las novelas y cuentos de Antonio Luis Hernández y Carlos Victoria, entre otros.

La habitual nostalgia dejada en la Isla por esos artistas que al emigrar se prohíben en Cuba, comienza a desaparecer.

Cada vez más programas de televisión facturados en Miami son vistos en la Isla. Algunos son grabados de antenas de TV que de manera ilegal y furtiva hábiles técnicos han logrado instalar en las casas, otros son bajados de internet de manera también furtiva en los centros de trabajo.

Todos pasan de mano a mano,  mediantes CD, memorias USB y teléfonos celulares.

Gracias a la tecnología el pueblo de Cuba disminuye su nostalgia por sus artistas emigrados.