La manera China y Cuba

Por Pedro Campos

El presidente chino, Hu Jintao en su visita a Cuba en el año 2008.

HAVANA TIMES — Carlos Alberto Montaner, acusado por la propagada oficial cubana de agente de la CIA y conocido defensor del liberalismo, nada sospechoso de posiciones filo-comunistas, cuya ideología no comparto, pero quien generalmente usa informaciones y datos reales, en su artículo “Un cuento chino con final trágico,” expresa:

“Entre las adquisiciones chinas esta la compañía Putzmeister, fundada en 1958, un gigante alemán dedicado a los equipos de construcción. La adquirió por miles de millones de dólares en el 2011 una compañía china llamada SANY, creada en 1986 por tres socios que entonces reunieron un pequeño capital de unos 10 000 dólares al cambio actual.

“El presidente de SANY es Lian Wengen, el hombre mas rico de China. Algunos le calculan un capital de 11 000 millones de dólares. Como es tan rico y exitoso, el curioso partido comunista chino le ha ofrecido un puesto en el Comité Central.

“… el gran éxito chino no es el triunfo de un modelo económico especial, sino el resultado de liberar la inmensa capacidad creativa de la sociedad en el terreno empresarial privado. El estado chino dejó de ser un obstáculo para el desarrollo empresarial privado y se transformó en su promotor.” Fin de la cita.

Un millón cien mil veces multiplicó su capital la SANY, en 25 años, por lo que nadie podría negar lo que sí trata de ocultar este artículo en su parte analítica: tal acumulación se ha logrado no tanto por “liberar la inmensa capacidad creativa de la sociedad,” como por la  explotación y la injusticia mas horrendas y masivas del último medio siglo capitalista.

Razón tenía Marx: el capitalismo llegó al mundo chorreando sangre por todos los poros. Si alguien lo dudaba, los chinos se han encargado de mostrarlo en plenos siglos XX y XXI.

No solo con la explotación excesiva a la que ha sido sometida la clase obrera china en estos últimos 25 años –12 horas diarias, 6 días a la semana, con salarios miserables-, sino con la represión de los millones que se levantaron contra esos abusos, impuestos por un régimen autoritario y militarista en nombre del “socialismo” y, especialmente, con la masacre salvaje de miles de  jóvenes revolucionarios, demócratas y comunistas en la Plaza de Tiananmen, el 4 de junio de 1989.

A tal punto, que China pronto podrá llegar a disputar a EE.UU. el primer lugar en la producción industrial, gracias a esa salvaje acumulación capitalista, a cuenta de que el gobernante “partido comunista,” ha negado a los trabajadores chinos la protección y los derechos ganados por los obreros norteamericanos durante dos siglos de luchas contra el capital, en beneficio de los explotadores nacionales y extranjeros del pueblo chino. (1)

Ésa, y no otra es la causa del “milagro chino.”

El artífice de las reformas chinas, sancionado en vida de Mao Zedong por desviaciones pro-capitalistas, Deng Xiaoping, nunca dijo de manera oficial y clara que pretendiera introducir el capitalismo privado en China, pero decía que las herramientas de la economía de mercado –incluida la explotación del trabajo asalariado-  eran neutras, no eran socialistas ni capitalistas.

“No importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones,” afirmaba pragmáticamente. El fin: “lograr desarrollo, aumentar la producción.” El medio para lograrlo era secundario.

Los reformadores chinos no introdujeron el capitalismo a “boque-jarro,” como diríamos en Cuba.

Al principio Deng defendía la economía planificada con mecanismos de mercado, luego habló de mezcla entre la economía planificada y mecanismos de mercado, después de economía socialista de bienes de consumo y finalmente de “economía de mercado socialista,” término que sigue usando el PCCh.

Todo lo fueron haciendo poco a poco, despacio, enmascarando la transición capitalista en el discurso “marxista” de que China estaba en la primera etapa de la construcción socialista, lo que admitía volver al capitalismo privado  y a la privatización de las empresas “nacionalizadas.”

Con ese juego de palabras, Deng y sus allegados lograron que el PCCh asumiera que para instaurar el socialismo había que empezar por suprimirlo: una gran  manipulación contrarrevolucionaria de la fraseología y la dialéctica marxistas. Nunca el PCCh hizo un análisis concienzudo del “socialismo de estado” que había primado en China, ni de sus relaciones de producción.

Mao, dijo Deng, había tenido un 70 % de  aciertos y un 30 % de errores, para tratar de presentar continuidad entre sus planes y el maoísmo. La lucha de clases, uno de los “errores” maoístas, debía cesar.

Así quedaban abiertas las puertas a las reformas pro-capitalistas y a la alianza del PCCh con el capital nacional y extranjero, “sin romper” con el pasado  maoísta  y “marxista.”

Fidel Castro saluda al presidente del parlamento chino, Wu Bangguo. Foto: Alex Castro.

Sin detenerse, lentamente, con “paciencia china,” se fue implementando la restauración capitalista privada. La primera reforma, en el 1987, fue entrega de tierra a los privados; la segunda, fue la creación de las ZED, Zonas Especiales de Desarrollo para garantizar bolsones de capitalismo con la inversión extranjera y de la diáspora china; y finalmente las privatizaciones abiertas de las empresas estatales y comunales, lo que fue llamado el fin de la colectivización.

Las reformas económicas iníciales de Deng estimularon la ampliación de las discusiones en el seno del PCCh y del pueblo. Volvieron los dazibaos (muralbanges) y las reuniones de opinión. Tres tendencias coexistían en el PCCh, según la especialista Estella Pareja Morte (2): “los que no querían ningún tipo de reforma; los que la querían controlada; y los que querían mas reformas también en el campo político.”

Con la muerte del popular líder del PCCh Hu Yaobang, el 15 de abril de 1989, partidario de reformas políticas, comienzan en Beijín las manifestaciones pidiendo reformas democráticas y la salida Deng Xiaping de la jefatura del partido, que culminan con una concentración masiva en la Plaza de Tiananmen, donde una gran réplica, en yeso, de la estatua de la Libertad, fue erigida al son de la Internacional.

Reformas económicas sí, cuestionamiento de la supremacía del partido no, nada de reformas políticas. La respuesta del “partido comunista” chino fue enviar las tropas y los tanques a aplastar, la “rebelión que demandaba reformas democráticas.” Si se admitían, se argumentaba, el caos que reinaba en la URSS podría apoderarse de China. Un sistema político plural podría dividir a los chinos y el PCCh,  “garante del socialismo,” podría perder el poder.

Las bocas de las armas del Ejército Popular, acallaron los reclamos revolucionarios y consolidaron las posiciones de Deng y sus cercanos en el seno del PCCh.

Cuando en 1992, el artífice de las reformas capitalistas declaró “enriquecerse es glorioso,” reconoció oficialmente el capitalismo como fuerza motriz principal del desarrollo chino.

Deng muere en 1997, pero 10 años le bastaron para echar las bases de su obra capitalista.

Termino con palabras de cientistas sociales chinos. (3)

“Para abolir la explotación algún día, hoy tenemos que estar a favor de la explotación,” dijo el profesor de “marxismo” Chen Zhan´an.

Quin Hui, historiador, expresó: “Marx nunca estuvo contra la democracia, pero siempre estuvo en contra de los mecanismos de la economía de mercado y del liberalismo económico, hoy en día nuestro partido comunista acepta todos los elementos de la economía de mercado; pero rechaza estrictamente la democracia…  De modo que todo lo que se hace hoy es exactamente lo contrario a los principios del marxismo”

El politólogo Kang Xiaoguang significó: “Si algo queda hoy de Mao es el leninismo, es decir que lo que queda es un partido político leninista que conserva el control absoluto con la fuerza militar.  Los chinos pasaron de un extremo al otro, ya no tienen ideales políticos, ya no tienen moralidad, ya no creen en el principio de la justicia.  Hoy la ley que rige en nuestra sociedad es la ley cruel de la jungla”

“Mao sería muy desgraciado, probablemente se revolvería en su tumba si viera como se desarrolla el capitalismo en China. Sin embargo Deng estaría muy contento,” resume el politólogo Zhang Wei Wei.
—–

1- Walden Bello, (Filipinas 1945), Focus on the Global South, 8 de Octubre de 2008: “Para contrarrestar sus declinantes beneficios, un considerable número de corporaciones empresariales situadas entre las primeras 500 del ranquin de la revista Fortune han trasladado una parte significativa de sus operaciones a China, a fin de aprovechar las ventajas del llamado “precio chino” (las ventajas de costes derivadas de un trabajo barato chino aparentemente inagotable). A mediados de la primera década del siglo XXI, entre el 40 y el 50 por ciento de los beneficios de las corporaciones estadounidenses dimanaban de sus operaciones y ventas en el exterior, y señaladamente, en China.”

2-Las Reformas chinas. La voz de los intelectuales. Revista CIBOD, de Asuntos Internacionales No. 78

3-Las expresiones de cientistas sociales chinos, fueron tomadas del documental “Hasta Luego Mao,” Una producción de la cinematografía francesa.

Para contactar con Pedro Campos: perucho1949@yahoo.es

 

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