Florece el capitalismo privado en Cuba

Por Pedro Campos

Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 23 dic — Con las medidas de la “actualización” se aprecia un amplio florecimiento del capitalismo privado en Cuba: el aumento sistemático de los negocios que explotan trabajo asalariado, amparado en el decreto que posibilita a los “cuentapropistas contratar trabajadores.”

Ya se ha tratado de aclarar que una cosa es el cuentapropismo, por sí y par sí, y otra muy distinta la explotación de la mano de obra ajena. Pero al parecer al estado no le preocupa fomentar ampliamente el capitalismo privado.

El objetivo es que haya producción e impuestos para recaudar, la forma de conseguirlo no interesa. El cuento chino del gato: “lo que importa es que cace ratones.”

La explotación de contratados pulula ampliamente en el campo, en las “haciendas” de ya ricos terratenientes, a los que -por “su productividad” – el estado está dispuesto a ceder nuevas tierras.

Con esto se está violando el sagrado derecho de que “la tierra es del que la trabaja,” en beneficio de los que tienen dinero para explotarla. Hasta créditos se ofrecen para pagar asalariados.

Lo mismo se aprecia con los autos de alquiler que pertenecen a un mismo dueño, quien paga a choferes para que los manejen y con muchas cafeterías y restaurantes, donde no solo se explota ampliamente trabajo asalariado, sino que incluso se abren cafeterías a nombre de testaferros, verdaderas cadenas que pertenecen a un mismo dueño, con dinero de un millonario solapado.

Con los palacetes que antes eran de la burguesía destronada y ahora pertenecen a ex altos funcionarios o altos funcionarios en activo, pasa igual: un gran número de empleados asalariados trabaja para el dueño “revolucionario” que alquila a extranjeros.

Y las diferencias sociales creciendo abismalmente.

No se cómo se las arreglan estos capitalistas con negocios que ingresan miles de pesos diarios, para pagar los impuestos según la ley vigente, la cual obliga al pago del 60 % del ingreso luego de 60 mil pesos cubanos, algo que algunos recaudan en 15 días y hasta en menos.

Foto: Caridad

¿Y qué hacen y qué pueden hacer  la ONAT, la flamante oficina de auditoría nacional y sus inspectores ante estas evidencias?

Los partidarios de un Socialismo Participativo y Democrático estuvimos entre los primeros en apoyar la plena liberación del trabajo por cuenta propia, -la cual está por implementarse pues todavía se mantiene la prohibición de ejercer privadamente a muchas profesiones- y también respaldamos  todas las medidas que tiendan a la desestatización y desburocratización de la economía.

Pero otra cosa muy distinta es estimular, sin apenas  restricciones, la explotación del trabajo asalariado. Eso es explotación. Eso es capitalismo liso, llano, rampante. Eso no socialismo, ni puede conducir a la sociedad sin explotadores ni explotados.

Entonces ¿cómo queda la revolución socialista, la de los humildes, la que nos prometieron en 1960-61, a la cual millones entregamos nuestras vidas, fuimos a alfabetizar, a las trincheras, al campo de batalla, a los trabajos voluntarios, a las misiones internacionalistas?

Y lo peor y más peligro, todo este florecimiento del capitalismo privado, corrupto y corruptor, sin una ley de empresa verdaderamente socialista, donde el Consejo de Trabajadores sea el que decida sobre la dirección, gestión y repartición de utilidades; sin una ley cooperativa para la industria y los servicios, que permita y favorezca el amplio desarrollo del trabajo libremente asociado, inherente a las verdaderas relaciones socialistas de producción; sin una ley que obligue a estos nacientes capitalistas a distribuir equitativamente una parte de las ganancias entre sus trabajadores, como enarbolaba el programa del Moncada, ni a darles participación en la propiedad del negocio, que tiendan a formas cooperativas-auto y cogestionarias de tipo socialistas.

En fin, sin medidas propiamente socialistas. Este es el peligro principal.

¿Alguien podría explicar científicamente cómo hacer socialismo con formas de producción asalariadas, capitalistas?

Ahora el Presidente acaba de anunciar en la última reunión  del Consejo de Ministros, según el Granma del 2 de diciembre que se tratará que las UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativa) funcionen como verdaderas cooperativas y acota que las cooperativas que no sean rentables serán disueltas.

O sea que seguirán  desmembrando UBPC y repartiendo sus tierras. Desactivando “cooperativas” que nunca fueron verdaderas cooperativas, que nunca han podido funcionar como tales, que nunca han tenido libertad para producir, vender y comprar, elegir a sus dirigentes ni repartir las utilidades entre sus socios.

¿Y cómo el estado disolverá cooperativas que, si en verdad fueran tales, solo podrían ser disueltas por sus asociados, de acuerdo con cualquier ley cooperativa que se respete?

Foto: Caridad

Existe una ley cooperativa para la agricultura, que dio lugar a las CPA (Cooperativas de Producción Agropecuarias) y CCS (Cooperativa de Créditos y Servicios); pero muy limitada en sus alcances y llena de rescoldos estatalistas, donde la práctica tutelar del estado es lo que ha primado hasta ahora. ¿Se cambiará?

¿Y seguirá igual la forma en que se reparten las tierras a privados, a partir de las decisiones de un todopoderoso señor nombrado por el estado en cada municipio, sin la participación de los órganos locales del Poder Popular y sin contar con la opinión de los ciudadanos?

En el discurso oficial de la actualización, preñado de autoritarismo,  se habla de los “jefes” de las empresas estatales. ¿Jefes, en el socialismo, donde debiera haber dirección colectiva y el único jefe ser el colectivo laboral en una empresa, el colectivo social en una localidad o el pueblo en la nación?

En fin que se siguen apreciando grandes confusiones, que no son simples deficiencias de léxico en el lenguaje y en la actuación del estado  sobre las relaciones de producción y convivencia en el socialismo.

No hay claridad de qué y cómo debe fomentarse, o no, para impulsar el socialismo, qué es cuentapropismo, qué es capitalismo privado y qué es una cooperativa.  Sólo se destaca un pragmatismo vulgar con el fin de “aumentar la producción y las entradas para el estado,” sin analizar mucho cómo hacerlo, a qué costos sociales y estratégicos.

El surgimiento de un nuevo elite

Y, desde luego, “a río revuelto ganancia de pescadores”: todos esos ricos que detentan una buena parte de la masa monetaria nacional, amasada con el sudor de otros y los negocios jugosos del o con el estado, cuyos resultados van a parar a los bolsillos de los burócratas y sus protegidos, como los 13 millones de pesos de falsas facturaciones de ajo, mencionados por Raúl, o los millones de dólares en comisiones y servicios obtenidos por algunos representantes del estado en grandes negocios internacionales hechos en nombre del gobierno cubano.

Foto: Caridad

Todavía no se ha dado a conocer públicamente, qué fue lo que pasó con el negociador exclusivo del gobierno para las empresas norteamericanas que venden productos alimenticios a Cuba por miles de millones de dólares, un tal Pedro Álvarez, quien sometido a investigaciones, se “escapó” de las cárceles de la Seguridad del Estado y se fue “clandestino” a EE.UU.

¿Alguien pudiera informar qué investigación se realizó, qué resultados tuvo, de cuánto se apropio, cómo pudo escapar, por dónde, quiénes le ayudaron, qué sanción se impuso a los responsables y a los cómplices?

¿Hasta cuándo la impunidad de la corrupción oficial, mientras  buena parte de la policía se entretiene en perseguir a negros y mestizos pobres por “asedio a los turistas,” como si el principal  y verdadero asedio a los turistas no proviniera del estado dueño, señor y apropiador de todo, o casi todo, lo que se le vende y ofrece al turista y de todo el trabajo que realiza el pueblo cubano?

Pero no, no se preocupen los adinerados dispuestos a aceptar el actual estado de cosas: pueden invertir sus millones en varios almendrones reparados  para alquilar, en verdaderas haciendas que recuerdan el pasado semi-feudal, en restaurantes y en palacetes para alquilar a extranjeros.

Ampara la corrupción oficial-estatal, la única que ha podido existir en Cuba, pues el estado ha sido el dueño de todo y quien ha posibilitado el relajo burocrático, quien ha nombrado a todos los funcionarios sobre la base de una vertical nomenclatura, estratificada por niveles bien delimitados.

¿Está garantizado el “pasaje a lo conocido”?

¿Acaso comenzó ya  la fiesta de la piñata?

¿El pueblo de Cuba y los verdaderos y honestos revolucionarios que quedan en el Partido, las Fuerzas Armadas, el MININT y otras instituciones de poder van a permitir que la revolución que tanto nos costó termine así?

¿Seremos testigos de cercanos acontecimientos  históricos?

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