¡Abajo el capital! ¡Viva el capital!

Por Pedro Campos

Foto: Juan Suarez

HAVANA TIMES — Antes apostaron a la expropiación y estatización total del capital extranjero; ahora piden a gritos que venga capital extranjero a socorrerlos, ofreciéndoles todas las garantías.

La economía del estado cubano está en crisis; pero no a consecuencia del bloqueo imperialista o de la caída de la URSS, como acostumbran decir los defensores del “socialismo de estado”.

Las razones principales hay que buscarlas en medio siglo de estatismo casi absoluto, en la super-centralización de las decisiones sobre cuánto, dónde y en qué se invertían los miles de millones de rublos de subsidios de la ex URSS y los miles de millones de pesos y dólares producidos por el pueblo trabajador durante todo este tiempo, en la intervención total del estado en la economía con sus monopolios de comercio interior y exterior.

También en la propiedad casi absoluta del estado sobre todos los medios de producción, en la expropiación del capital internacional, del de la burguesía nacional alta mediana y pequeña, del de los trabajadores libres individuales y familiares –recordar la “ofensiva revolucionaria” del 68-,  y de los pequeños capitales de las cooperativas, de las instituciones mutuales y de las organizaciones asociadas de trabajadores.

Otras causas están en los bajos sueldos de los trabajadores, en el mantenimiento del trabajo asalariado para el estado, en los desequilibrios financieros generados por los altos gastos de las gigantes instituciones estatales, como las Fueras Armadas, la Seguridad del Estado, los aparatos políticos del Partido y sus organizaciones de masas, los entramados de propaganda y divulgación al total servicio del estado/partido/gobierno, el servicio exterior abultado y las campañas internacionales  para generar solidaridad con el gobierno.

Todo eso podría resumirse como el resultado fracasado de ese conjunto de concepciones aberradas, arcaicas y dogmáticas que el estalinismo estableció con  el nombre de marxismo-leninismo. Según ello, una elite político-militar determina y administra las leyes, la economía, las formas de vida y todo en la sociedad, en nombre del partido comunista, la revolución, el socialismo y la clase obrera: el llamado socialismo “real”, que nunca lo fue. Donde lo real es la ausencia de democratización y socialización del poder político y económico.

Otras veces se ha explicado: mientras no se reconozca el fracaso económico, político y social de ese No-socialismo, no habrá rectificación verdadera alguna.

Los defensores del entuerto, que inescrupulosamente ahora tratan de “actualizar” parten erróneamente de identificar la revolución cubana con el gobierno/estado/partido que ha hecho y continúa haciendo tantos disparates en todos los órdenes, “validando” la aseveración de la derecha

Internacional sobre la “inviabilidad del socialismo”. Acaso el mejor servicio ofrecido al capitalismo  internacional.

Hoy, la economía estatalizada cubana ya no cuenta con el subsidio masivo de la ex URSS, Venezuela está en crisis y ya no puede seguir dando la ayuda de la época de Chávez y los gobiernos amigos de países poderosos como Rusia, China y Brasil ofrecen créditos que hay que pagar.

El aparato burocrático del gobierno/partido/estado ha rechazado la opción verdaderamente socialista: no ha querido compartir el poder económico con el pueblo, con todos los cubanos de dentro y de fuera, con los trabajadores.

Cola para tomar helado Coppelia. Foto: Juan Suarez

No ha querido darle participación a los trabajadores en la dirección, la gestión y las ganancias de las empresas estatales y no ha permitido la plena libertad del trabajo por cuenta propia y el cooperativista, sujetos a regulaciones, experimentos  y estiras y encoges.

Lógicamente, los trabajadores se sienten cada vez menos comprometidos con un estado que solo actúa en función de los intereses de una elitista casta burocrática que sigue decidiendo sobre leyes, inversiones, vidas y haciendas.

Ante esta compleja situación y desgarrado en sus propias contradicciones, marchas y contramarchas, ese gobierno/estado/partido ha decidido comprometerse legalmente en matrimonio con el capital internacional para poder subsistir a costa de seguir explotando a los trabajadores cubanos en conjunto con ellos.

¡Oh, paradojas de la historia! El gobierno de la “dirección histórica”, ávido de capital extranjero, asegura ahora que no nacionalizará las inversiones extranjeras en El Mariel, el mega-proyecto dependiente del fin del bloqueo/embargo norteamericano.

El mismo gobierno que culpó al capital internacional, especialmente al de EEUU, de todos los males de este mundo, que se jactaba de haber “nacionalizado”, en verdad estatizado, todas las inversiones extranjeras, ahora jura y perjura que va a respetar al capital internacional, y pide a gritos, suplica al gran vecino del Norte, que levante las sanciones que impiden a los millonarios norteamericanos regar sus dólares en Cuba.

No les importan los riesgos de que las grandes empresas del capital internacional, especialmente norteamericano, se apoderen de las potencialidades y riquezas que atesora la Perla de las Antillas, la Llave del Golfo, el Crucero del Mundo, ofreciendo en bandeja de plata el sudor de los trabajadores cubanos para compartir la plusvalía que puedan exprimirles entre los dos.

Algo típico de la posición neoplattista que no puede ocultar la Nueva Derecha Cubana, que se ha apropiado del poder para sí en la Cuba “socialista”. Son los mismos que antes tenían como consigna ¡Abajo el capital!, y ahora gritan: ¡Viva el capital!

La vieja derecha tradicional cubana asentada en EEUU, no oculta sus intenciones de restaurar el poder del capital. La Nueva Derecha intenta pasar por liebre, un gato pintarrajeado de rojo, “socialista” pero ahora aquiescente con el capital gringo, que excluye a los viejos capitalistas “pro-imperialistas” –ellos no, ellos son “antimperialistas”-, para que los nuevos ricos y la buro-burguesía, aliada y apoyada económica y financieramente por el capital internacional, puedan sobrevivir al inevitable derrumbe.

No es nada nuevo, muchos en la Izquierda Democrática y Socialista Cubana, venimos advirtiendo hace muchos años que el estado burocrático solo tenía dos caminos, pactar con los trabajadores y el pueblo cubano o hacerlo con el capital internacional.

Calle de La Habana. Foto: Juan Suarez

Lo segundo fue lo que pasó en todas partes en que se pretendió el “socialismo de estado”, donde la casta poderosa y autoritaria se reconvirtió al capitalismo, solo que ahora como nueva burguesía.

No es que estemos en contra de las inversiones extranjeras, el asunto es a quiénes beneficiarían éstas y en función de qué tipo de economía estarían, si es para resolver los problemas económicos y financieros de la buro-burguesía y la Nueva Derecha Cubana, o para ayudar al desarrollo de la economía popular y sus empresas medianas, pequeñas y cooperativas.

Por su parte, el Presidente Barak Obama, en campaña para recaudar fondos y apoyo para su partido, aseguró recientemente en Miami ante disidentes cubanos que no negociará con el gobierno cubano durante lo que le quede de mandato, al tiempo que hablaba de la necesidad de cambiar la vieja política establecida.

El partido demócrata de EEUU, desde ya está  “luchando” el voto cubano e hispano ante la posibilidad de que los republicanos lleven como candidato a las próximas presidenciales a un senador de origen cubano. Si eso ocurriera y ganaran los republicanos…

En la alta jerarquía cubana debe haber preocupaciones, interrogantes y diferencias. ¿Qué quiso decir el Presidente norteamericano? Si no hay negociaciones, no se levanta el bloqueo y no vienen las inversiones gringas ¿qué van a hacer con el Mariel, sus tres millones de contenedores y la deuda contraída con Brasil?

¿Qué pasos dar para lograr la entrada de capitales norteños, sin arriesgar el poder político? Si este Presidente no levanta el bloqueo, ¿se murió esa posibilidad para los actuales gobernantes cubanos? Y si las próximas elecciones las ganaran los republicanos en EEUU y un hispano de origen cubano llegara a la presidencia ¿qué hacer?

Pero ¿alguien del distinguido gobierno de generales le ha preguntado al pueblo cubano qué es lo que quiere?

A cada paso, se hace más evidente que Cuba necesita democratizar la sociedad, permitir que todos los cubanos podamos exponer libremente nuestro pensamiento y luchar pacífica y democráticamente por su realización, permitir  la libertad de expresión y asociación, la elección libre y democrática de todos los cargos públicos y el pleno acceso a internet.

Sería esa democratización la que posibilitaría el compromiso compartido de todos los cubanos de buena voluntad con un futuro  democrático de paz, justicia y concordia, con todos y para el bien de todos, independientemente de su credo político, religioso, color de la piel o preferencia sexual.

Ojalá, los cubanos seamos capaces de hacer prevalecer el diálogo y los intereses del pueblo, sobre los deseos mezquinos de grupos en las extremas.

Socialismo por la vida.

Pedro Campos: pedrocampos313@yahoo.es

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