Romeo, Julieta y la Revolución cubana

Por Repatriado

Foto: Enrique Gonzalez Santaballa

HAVANA TIMES – Soy el hombre más afortunado del mundo, pues con 15 años ya sabía con quién iba a pasar el resto de mi vida, pero las políticas de la Revolución no me lo pusieron fácil, aquí va la historia.

Era mediodía cuando la vi llorando sentada bajo la ceiba donde hacíamos la preparación militar en la beca (1).  Aunque compartíamos aula, no nos hablábamos, pero algo me impulsó ese día, eran demasiado hermosas sus lágrimas.

Lloraba porque acababa de romper con su novio, intenté consolarla y nuestra pasión literaria creó un vínculo; al principio era solo amistad. Leímos juntos Las Amistades Peligrosas y ello nos llevó a comenzar una innecesaria, pero memorable comunicación epistolar, en la que ella era la marquesa de Merteuil y yo, por supuesto, el vizconde de Valmont. Inmediatamente rompí la relación que tenía con otra chica, pues la marquesa y yo nos enamoramos perdidamente.

Cuando nos conocimos éramos muy diferentes, ella una preciosidad popular y media rockera del Vedado, yo un introspectivo y cerrado guanabacoense un tanto acomplejado, pues me sentía fuera de mi medio en aquella escuela de “hijitos de papá”.

Nuestra beca era de las mejores, tenía un director que era famoso por los bofetones que le habían dado algunos alumnos y padres, pero insistía en ser un hijo de puta y mantenía el orden; la docencia era buena y el trabajo en el campo horrible. Como yo era jefe de albergue (3) estaba exento de las labores agrícolas; eso sí, me encantaba verla regresar por las tardes llena de tierra y totalmente agotada y roja por insolación.

Cuando acabábamos 11º grado, del Mined bajaron una de esas resoluciones que en Cuba son más que Ley, como hacían falta maestros habían decidido que los que concluyeran 12º grado en nuestra escuela solo podrían optar por carreras universitarias pedagógicas, las que nadie quería, pues ser maestro en Cuba es un castigo.

A ella, con suerte y regalitos, su madre le consiguió el traslado a otra escuela, ya que desde siempre quiso ser médico; yo, sin suerte y sin ella, tuve que quedarme. La relación no aguantó la distancia; lo intentamos, pero a nuestros inmaduros 16 años era difícil, solo podíamos vernos 2 días cada 15 que nos daban pase (3) en nuestras respectivas escuelas.

Foto: Federico Borobio

Nos separamos, era el tiempo de aquella deprimente canción de Juan Gabriel que decía “no te aferres a un imposible”, joder como lloré con aquel clavo que ponían una y otra vez en los altavoces.

Ella se hizo médico, no podía ser de otra forma; yo me negué a ser maestro y purgué mis dos años de Servicio Militar; ella rehízo su vida sin mí, yo cada vez que salía de la unidad pasaba por los bajos de su casa esperando verla asomada al balcón, pues me daba pena tocar a su puerta.

Al tiempo comencé Economía en la universidad y por supuesto tuve otras relaciones, pero solo la buscaba a ella en cada persona y en nadie sentía lo que con ella, pero nada podía hacer al respecto, así que viví lo mejor que pude; me hice Francmasón y un hermano austriaco me ayudó a salir de este país sin futuro. Cuando apenas tenía 22 años me fui pal´ carajo, pero por supuesto, antes de irme fui a despedirla y me desgarró pensar que probablemente no la volvería a ver.

Pasaron cuatro años antes de regresar, de visita, a Cuba; ya estaba casado con una española, pero mi corazón, como siempre, estaba con ella, así que lo segundo que hice fue ir a verla; la encontré casada y embarazada, todavía hoy, ella sonríe recordando la cara que puse cuando la vi, yo solo recuerdo que me dije “ahora si se jodió esto”.

Siguieron pasando los años, mi matrimonio funcionó muy bien y mi vida europea prosperó rápidamente gracias a la suerte de tener buenos amigos y de doblar bien el lomo. Dirigía una empresa mediana antes de los 27 años, era el Venerable Maestro más joven de España y el único latinoamericano; mi esposa y yo compramos un apartamento precioso en una urbanización privada, estaba terminando Sicología en la UNED (4), en fin, todo iba bien, menos mi corazón.

Yo viajaba a Cuba anualmente, pues toda mi familia continuaba ahí, una de esas veces nos encontramos en 21 y 8 en el Vedado, ella llevaba al bebé en su cochecito; nos saludamos, le dije algo gracioso sobre el niño y seguimos caminando cada uno por su lado; como me acompañaba mi hermano recuerdo le dije, “ahí va el amor de mi vida”

Dos años más tarde nos volvimos a encontrar, ella estaba divorciada, hablamos, salimos, nos besamos, nos amamos y para mí fue como despertar de una pesadilla horrible y volver a vivir.

Foto: Francis Chow

Como ella era médico no podía viajar al exterior, tenía que pedir un permiso al Minsap y luego pasar un mínimo de 5 años en un puesto mierdero esperando hasta que se lo otorgaran o no; yo no estaba dispuesto a vivir 5 años así, tomé un avión de vuelta a España, abandoné la empresa, comencé los trámites de divorcio con la que era mi esposa durante 7 años y como le hice una gran putada le dejé el apartamento totalmente a su nombre. Con algo que había ahorrado regresé a Cuba.

Toda mi familia puso el grito en el cielo y nadie me apoyó, era una clara estupidez lo que estaba haciendo, ¿y si aquella relación salía mal? ¿ y si habíamos cambiado demasiado?¿y si lo mío era un capricho?¿de qué iba a vivir? Para colmo Cuba me había retirado la residencia, era un ilegal en mi casa, no tenía DNI ni podía tenerlo, me quitaron el pasaporte, me detuvieron en dos ocasiones 48 horas en la unidad de Extranjería forzándome a irme, me amenazaban con deportarme, que era mejor que me fuera o no me volverían a dejar entrar a Cuba, yo les decía que no tenía dinero para pasaje y me volvían a soltar, pero viví ese tiempo con mucho temor de ser expulsado de Cuba y me negaran el permiso de entrada.

A los dos años en ese limbo legal, sufriendo el acoso del Minint, supongo que por cansancio, aceptaron mi Repatriación y restituyeron mi cubanía.

Ella por la carga de la responsabilidad inmensa que sentía por mi decisión estuvo los dos primeros meses dudando qué hacer, yo casi llego a rezar, pero no lo hice, al final se decidió y comenzamos a vivir juntos en su pequeño apto con el niño, su madre y su abuela.

El niño es hoy como mi hijo, tenemos, además, una preciosa niña de 4 años y nuestro matrimonio ha sido perfecto, yo tenía razón, ella es el amor de mi vida.

A la Revolución nada tenemos que agradecerle.
—–
Notas

El título se debe a que cuando nos conocimos ella estaba leyendo Romeo, Julieta y las Tinieblas, novela de Jiri Weiss.

1- Las “becas”, idea de Fidel, son unas escuelas que combinan estudio, trabajo agrícola y tutelaje estatal. Localizadas en áreas rurales apartadas, los alumnos viven internos. En los 90 si querías estudiar una carrera universitaria tenías que pasar 3 años allí. Es un régimen semicarcelario donde prima la violencia y el sexo y lleva a muchos adolescentes al suicidio. Yo pasé un hambre horrible, llegaron a darnos de desayuno cocimiento de tilo y una hoja de lechuga.

2- Albergue es como se conocía a los dormitorios en la beca, un lugar organizado por la ley del más fuerte, el acoso y el maltrato a los débiles era constante.

3- El pase eran las 48 horas, cada 12 días, que te daban para ir a tu casa.

4- Universidad española.

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